Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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GRECIA AGUILERA

Con motivo de conmemorarse el 75 aniversario del primer ataque nuclear sobre la Ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 (el segundo fue el 9 en la Ciudad de Nagasaki) el Santo Padre Francisco emitió un mensaje dirigido al Gobernador de la Prefectura de Hiroshima, Su Excelencia Hidehiko Yuzaki y al mundo entero e insistió que sólo “sin armas nucleares puede el mundo aspirar a la paz”, expresando: “Saludo cordialmente a los organizadores y participantes en el septuagésimo quinto aniversario solemne del bombardeo nuclear de Hiroshima en 1945 y, de manera especial, a los hibakusha supervivientes de la tragedia original. Tuve el privilegio de poder ir en persona a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki durante mi Visita Apostólica en noviembre del año pasado, que me permitió reflexionar en el Monumento a la Paz de Hiroshima y en el Parque del Hipocentro de Nagasaki sobre la destrucción de la vida humana y la destrucción que se produjo en esas dos ciudades durante esos terribles días de la guerra hace tres cuartos de siglo. Así como fui a Japón como peregrino de la paz el año pasado, sigo llevando en mi corazón el anhelo de los pueblos de nuestro tiempo, especialmente de los jóvenes, que tienen sed de paz y hacen sacrificios por la paz. Llevo también el grito de los pobres, que siempre están entre las primeras víctimas de la violencia y los conflictos. Nunca ha estado más claro que, para que la paz florezca, es necesario que todos los pueblos depongan las armas de guerra, y especialmente las más poderosas y destructivas: las armas nucleares que pueden paralizar y destruir ciudades enteras, países enteros. Repito lo que dije en Hiroshima el año pasado: El uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, así como la posesión de armas nucleares es inmoral. ¡Que las voces proféticas de los sobrevivientes hibakusha de Hiroshima y Nagasaki continúen sirviéndonos de advertencia a nosotros y a las generaciones venideras! A ellos, y a todos los que trabajan por la reconciliación, hacemos nuestras las palabras del salmista: ‘Por amor a mis hermanos y amigos, digo: ¡Paz sobre ustedes!’, y a todos los que conmemoran este solemne aniversario invoco de todo corazón abundantes bendiciones divinas.” Esta conmemoración me recuerda mi poema que dediqué en el año 2005 a Hiroshima y Nagasaki: “Envenenada lluvia infernal/ sangrantes llamas/ fúnebres gritos/ de moribundos huesos/ en una ciudad inexistente./ El terror es extremo/ invade la bóveda celeste/ y la mañana se vuelve noche/ y el sol no nacerá más./ Todo es fuego/ y el aire no es aire/ y la funesta explosión/ ha convertido la ciudad/ en ciudad-sombra/ en ciudad-lágrima/ en ciudad-polvo/ en ciudad-muerte./ Sesenta años después/ los esqueletos pulverizados/ en oscura ceniza/ se levantan/ y aun gritan/ y aun lloran/ arrodillados y humildes/ se rinden de nuevo/ renuncian/ un eterno escalofrío/ no los deja descansar.” Así la fortaleza de los habitantes del Japón me inspiró mi poema “Sublime Puerta” que dice: “Hace mucho tiempo/ miles de años/ talvez/ cuenta la leyenda/ que el Japón maravilloso/ biombo bordado/ de cerezos en flor/ fue desde siempre/ una bella comarca/ que el Supremo Sol creó./ Fue tan hermosa/ su escultura terrenal/ guirnalda de islas/ erial tesonero/ de espíritu ascendente/ nombrado por los dioses/ Tierra del Sol Naciente./ Florecieron de su tierra/ Shogunes y Darumas/ Murasaki Shikibu/ bordea en sus manos/ el Imperio de Marfil./ Sakuras milenarios/ sublimes peonías/ lotos y azaleas/ dormilan diamantinos/ junto a crisantemos./ Solitario el mar-océano/ envuelve eternamente/ a las Islas de Cristal./ Surge y resurge/ Ave Fénix en el tiempo/ espada Samurai/ temple perfecto/ jardín industrioso/ origami laborioso/ de ferviente patriotismo.”

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