Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Es fácil hablar de unidad y espetar a quienes opinan a contrapelo del señor gobierno que “solo hay dos maneras de ver las cosas”; una es ver hacia el pasado y falazmente decir que eso no nos permitirá acuerdos y avances, y la otra, ver hacia el futuro y olvidarlo todo. Pues he aquí una mirada hacía el pasado señor Presidente, fíjese usted que la mayoría de las rebeliones indígenas en Guatemala se relacionan con los impuestos y la manera antojadiza y prepotente de imponerlos, tal como usted habla de gravar las verduras… El liderazgo indígena ha levantado a su población cuando han constatado “anomalías o injusticias en la aplicación de disposiciones tributarias”. Un dato histórico interesante es que tales levantamientos contaron con el apoyo de “pueblos vecinos”: no sé si le suena la declaración de non grato por parte de las autoridades indígenas.

Por otro lado, un elemento fundamental en estas rebeliones fue la “memoria y experiencia de otras acciones similares” y para recordarlas, hay que decir que “pueblos como el de Nebaj, cuya población Ixil se rebeló en 1793, 1798 y 1799; Patizicía en 1811 y 1820. Mientras que los Kiche’s de Santa María Chiquimula se levantaron en 1802, 1804, 1818; los de Momostenango en 1785, 1812 y 1820, y los de Totonicapán en 1679, 1696, 1736, 1814 y 1820. Para seguir viendo hacia atrás, este año se conmemora los 200 años de una de las rebeliones más significativas porque logró presentar a la población claramente que el levantamiento no era solo por el tema de los impuestos sino también por la expropiación de sus tierras, el racismo y la violencia de que eran objeto. Perdone usted que llame a ver hacia atrás, pero el presente no deja olvidar que doscientos años después, la actitud de quienes ostentan el poder político es exactamente la misma.

Presidente, aquí el único que está diciendo incoherencias es usted. Su irascibilidad, su mecha corta, su prepotencia, le hace decir sandeces alejadas del estadista que debería ser. Esa actitud le está quitando los apoyos populares más amplios y se está quedando solo con los fundamentalistas. Es más, la propia oligarquía está empezando a asustarse, ya sea porque no es capaz de abrir el país totalmente para que sigan chupándole la sangre a la población o porque está demostrando que es usted muy inestable y que un día de estos puede cometer un error gravísimo que nos meta en nuevos conflictos sociales que al final afectarán la estabilidad económica que tanto les preocupa: imagínese además del efecto en la economía del Covid19, un efecto más por crisis de gobernabilidad.

Primero, no sea mal educado Presidente. Segundo, que no se le olvide que la población indígena no es subalterna, no está para cumplir con sus delirios de dictador. Tercero, ver hacia atrás es un imperativo para no repetir las atrocidades del pasado. Cuarto, no sea irresponsable y deje de abusar de la paciencia de los que mantienen en pie al país. Quinto, si acaso su ego y orgullo desmedidos no lo dejan pedir perdón, recomponga su proceder en las comparecencias públicas, y sobre todo cuando llegue a visitar a la Guatemala profunda, de lo contrario, la historia recordará cómo doscientos años después surge un Atanasio Tzul, un Lucas Aguilar o una Thelma Cabrera.

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