Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Nadie duda que la situación que vive Guatemala es muy compleja y quizá un tanto más que el resto de países porque vivimos acompañados de un sistema que estaba hecho para no poder responder en este tipo de casos y menos cuando en los primeros meses dispusimos de unas autoridades de Salud que no supieron maniobrar ni en lo más básico.

Luego, se cambiaron las autoridades y éstas se enfrentaron a los problemas estructurales del sistema y a la desatención de un Presidente que intentó regresar a las andabas por las que se transitaba antes de la pandemia. Amores con mafias del Congreso, con Consuelo Porras y Silvia Valdez y sus fijaciones en contra de funcionarios que dirigen instituciones del Estado, como la Corte de Constitucionalidad (CC), la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

Si bien es cierto que ahora hacemos más pruebas que antes, aún no logramos llegar a las 5 mil pruebas que se habían planteado como necesarias para proceder a una re apertura económica de cualquier tipo, no se pudo mejorar la capacidad hospitalaria de forma sustancial (a pesar de tener recursos) y no pudimos armar el ejército epidemiológico que nos permitiera identificar, seguir y aislar los casos para evitar mayores cadenas de contagio y ritmos de transmisión de la enfermedad.

Y dado que las realidades que no se conocen en la vida no se pueden cambiar, es fundamental que a los guatemaltecos que estamos comprometidos con salir adelante de esto (sabiendo que los raspones y heridas serán duros para todos), se nos pueda compartir de primera mano cuáles fueron los obstáculos encontrados que no nos permitieron llegar a las metas que se habían trazado previo a la re apertura controlada.

La situación de salud no ha mejorado y la económica tampoco y eso obligó a tomar decisiones para abrir confiando en que el ciudadano hará su parte. No queda nada más que rezar porque los ciudadanos tengamos ya plena conciencia de lo que vivimos, de las medidas que no podemos tomar a la ligera y en las próximas dos semanas sabremos los resultados de la apertura.

Los caminos en Guatemala no son sencillos porque así como carecemos de instrumentos hasta para saber cuántos somos en realidad, igual carecemos de muchos otros, lo que no siempre nos permite tomar decisiones con la mayor cantidad de información posible.

Es fundamental que las autoridades sanitarias redoblen sus esfuerzos porque se aborde la situación, generemos debates alrededor y cohesionemos esfuerzos para hacer los cambios (cueste lo que cueste), porque no les debe extrañar que los tiren debajo del bus si llegamos a condiciones muchos más complicadas.

El Presidente anda en otras cosas, corto de paciencia y más preocupado por ayudar a sus aliados a que sigan con sus planes (ante la camionada de críticas de la que se hizo merecedor y que se ganó tras las aplausos iniciales) y la pandemia pasó a segundo plano para él.

Somos muchos los guatemaltecos que entendemos el dilema que vivimos. Lo difícil que está el tema sanitario y lo complicado que está la economía. Hay quienes les preocupa más el tema de salud y otros más el económico, pero el COVID-19 nos obliga a intentar más que nunca el balance que debemos forzarnos a buscar.

Si se nos comparten las experiencias, sin duda alguna que muchos que no estamos en los extremos ideológicos (han querido hacer de la pandemia un estúpido tema ideológico) podemos intentar maniobrar para que las lecciones, los muertos y las pérdidas de esta pandemia no sean en vano, por gusto y queden en el olvido sin que logremos cambiar lo que por años nos ha anclado al subdesarrollo.

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