Fernando Mollinedo C.
De verdad, nunca había visto y vivido toda esta convulsión sanitaria,
política y jurídica; tal vez porque no hubo tantas facilidades para enterarnos de
los actos de gobierno; sin embargo, ahora llueven noticias por doquier, unas
falsas, otras especulativas y otras ciertas, lo que nos lleva a considerarnos
escépticos por aquello de las dudas.
¿Quién dice “la verdad”? ¿cuál es la “verdadera verdad”? Tras las
supuestas verdades hay muchos intereses económicos desconocidos para la
mayoría de la población; por tanto, su desconocimiento favorece a los
interesados de negocios ilegales, inmorales, simulados y apócrifos, quienes los
realizan con el consentimiento de las autoridades superiores.
Que lástima y vergüenza ajena que la mayoría de los funcionarios y
empleados públicos profesen el virus de la corrupción cual si fuera un valor
inculcado por sus padres en el seno familiar; aunque gocen de comodidad
económica. Eso ya es genético y para ejemplo vemos la conducta de los
juniors de los funcionarios de todas las épocas: abusivos y prepotentes por
ignorantes, drogadictos, güicoyes e iletrados creyendo que son inmunes a la
aplicación de la justicia por sus actos ilícitos.
Mal destino le espera a Guatemala con funcionarios corruptos que son
los maestros particulares de sus hijos transgresores de la ley, en materia de
“valores”, sí en un futuro no muy lejano estos jóvenes lograran ser los futuros
funcionarios, profesionales de las leyes, industriales, comerciantes,
economistas, ganaderos, agroexportadores, banqueros, empresarios,
diplomáticos, políticos, financistas de partidos políticos y hasta presidente de la
república, actuarán imitando la conducta inmoral e ilegal de sus padres.
En este país, la oligarquía ha considerado como un derecho
consuetudinario el acto de nombrar en los puestos de presidente,
vicepresidente, diputados, alcaldes, gobernadores, secretarías, gerentes de
instituciones a los representantes de la oligarquía nacional, es decir, del sector
económicamente pudiente, y naturalmente sus empleados que ejercen esos
puestos (profesionales o militares) son muy bien pagados por el Estado, pero
su visión, misión y objetivos es enriquecer aún más a sus patrones.
Y la desfachatez de esos empleados lacayos, profesionales universitarios
de distintas disciplinas, simples soldados o policías que cumplen a cabalidad su
trabajo para quedar bien con sus patrones, haciendo más de lo requerido hasta
el grado del servilismo dogmático y asqueroso para disfrutar su participación
como parte -según ellos- del equipo gobernante y el boato oficial, aunque sus
patrones los vean como estiércol a la derecha e izquierda.
¿Lograremos superar las grandes fracturas sociales que aún existen
desde hace 496 años o seguiremos en el mismo camino-destino?
¿celebraremos con pompa y cohetillos, tedeum y cultos los 500 años de
opresión e imposición cultural, social, jurídica y religiosa dentro de 4 años?
¿cuándo levantaremos la voz de nuevo para exigir el respeto a nuestros
derechos y su debido cumplimiento? Oj ALÁ no persista por mucho tiempo esta
esclavitud moderna.