Arlena Cifuentes
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El pecado mortal que este Gobierno ha cometido y sigue cometiendo es el haberle ocultado a la población desde un inicio la verdad sobre el comportamiento real del COVID 19 a partir del 13 de marzo. Debido a esa omisión deliberada de información, de ese esfuerzo por deformar la realidad hoy la inmensa mayoría de la población actúa irresponsablemente. El Presidente dio el banderazo de salida con las mentiras que noche a noche se vienen proclamando y que la población cautiva decidió aceptar como verdad. Pero el ídolo empieza a desmoronarse por la incapacidad mostrada en el manejo de la pandemia y la reiteración diaria de información falsa que los hechos rebasan a todas luces. Es imposible a estas alturas continuar escondiendo que EL PAÍS Y EL SISTEMA DE SALUD HAN COLAPSADO.

Cómo es posible que un día se rebasen los quinientos infectados y al siguiente son muchos menos, con el fraude numérico de pruebas que a diario dicen que se realizan. Es vergonzoso que el pueblo continúe haciéndole el juego al Gobierno. ¿En dónde está el Dr. Asturias? En los últimos días ha desaparecido de la escena nacional. ¿Se plegó a los requerimientos del Presidente o renunció al pomposo nombramiento de Comisionado? ¿Por qué no se realizan las cinco mil pruebas como mínimo que el Comisionado propuso? No hay insumos. Cuál es el problema para que no se hagan. Cada día plagado de mentiras es un día perdido. El peso de cada vida perdida debe recaer sobre el Gobierno. Mentira que el objetivo presidencial sea salvar vidas. Todo lo contrario, el actuar gubernamental no demuestra que este sea su objetivo.

Y mientras todo esto sucede un buen porcentaje de la población permanece como siempre sin reaccionar, como entes sin vida a quienes nada importa. Aceptando que tenemos tres meses de estar en confinamiento, en cuarentena solo en el papel con lo cual no se ha logrado nada. La cacareada construcción de hospitales temporales, algunos de ellos los mejores de Centro América, destinados a convertirse por su equipamiento en los lugares en donde los enfermos del COVID 19 tendrían la atención debida han resultado ser de cartón.

Y qué decir de la renuncias de médicos prestigiosos que seguramente ni nos hemos preguntado las razones que les llevaron a su renuncia. El Director de Epidemiología del Hospital Roosevelt se ha retirado cansado de solicitar al incompetente ministro de salud veracidad en la información que diariamente proporciona.

El mejor reconocimiento que el Gobierno puede hacer al cuerpo médico y personal de salud es manifestarles su respeto. Esto se hace con hechos, proporcionándoles el equipo de protección que les permita salvaguardar sus vidas y que a estas alturas no reciben; se demuestra también haciendo efectivo sus salarios mes a mes; se demuestra escuchando y atendiendo sus necesidades. Lamentablemente el abuso prevalece y no es el sonar de cacerolas ni publicidad absurda la que muestra verdaderamente como se valora el esfuerzo, el trabajo y la dedicación de este gremio.

La célebre fiesta organizada por chicos y papis en Condado Concepción y que ha sido tema de atención de muchos y que ellos mismos manifiestan no fue la primera es un pequeño ejemplo de lo que sucede en nuestra Guatemala. En dónde está la autoridad competente que se cerciore de que se cumpla lo establecido. Estas y otras cosas sucedan en los diferentes sectores, departamento y poblaciones del país.

Llevamos tres meses perdidos en los que en cualquier otro país se hubieran tomado medidas drásticas para la contención de la propagación del virus. Mientras el Gobierno no aumente el número de pruebas a por lo menos cinco mil diarias y se decida a hablarnos con la VERDAD no es posible pensar en la “reapertura” del país. Hacerlo sería una tremenda irresponsabilidad.

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