Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Juan José Narciso Chúa

La actual crisis social en Estados Unidos expresa una silenciosa molestia que se encontraba oculta en una sociedad que seguramente asume la grave equivocación de la elección del actual mandatario y que ante un detonante tan cruel como la muerte de George Floyd explotó totalmente y se desbordó en manifestaciones gigantescas que mostraban una enorme molestia ante la situación ocurrida que, sin duda, es deleznable y criticable en cualquier sociedad cuando la brutalidad policíaca fue notoriamente evidente. Y que conste, no es primer caso, ya han sido varios y en todos ellos fueron contra la población negra.

A pesar que el Presidente Trump habló de justicia, su credibilidad es tan baja que todas las personas sabían que esa declaración fue a regañadientes, pues fiel a su actitud absurda, generalmente sus acciones son de choque, son de controversia, son de enfrentamiento. No es la primera vez que ocurre. Así fue con China, así fue con Alemania con la guerra arancelaria que él provocó, así fue con la muerte del general iraní y así ha sido contra Venezuela.

Afortunadamente para el resto del mundo, sus constantes pleitos no ha salido airoso, al contrario, en varios de ellos ha tenido que dar marcha atrás. La salida de funcionarios de su gobierno ha sido profusa, ha sido constante, ha sido notable. Su primera línea de funcionarios hoy contrasta grandemente con la original, en donde destacan malos funcionarios como Pompeo, quien su experiencia ha estado en la CIA y no en las relaciones internacionales. La fuga de cuadros importante demuestra que el presidente Trump impone, no delibera, ajusta no negocia, empuja no acuerda.

Las demostraciones ocurridas en diferentes ciudades de Estados Unidos son una muestra concreta de malestar, de pesar, de cólera retenida ante un presidente que se precia por ofender y golpear, en lugar de negociar y atenuar conflictos. El problema además es que los argumentos son tan ligeros, tan baladíes, tan poco razonados, que nadie puede creer en su retórica, nadie la puede dar pábulo a su discurso. En ningún momento plantea la conciliación, al contrario se alegra con el rompimiento. Cree que pone su marca cuando decide el quiebre, cree que avanza cuando rompe con instituciones y personas y cree que su espíritu guerrerista lo beneficiará de cara a las elecciones.

Todo parece apuntar que no es así. Las demostraciones sociales de estos días son un indicador de molestia y contrario a votar de nuevo contra Trump. La portada de la revista Time fue no sólo creativa, sino además ilustrativa de su actual situación política disminuída seriamente, un desgaste político que se acrecienta día a día y que sus poses improvisadas de gran guerrero, como cuando rompió con la OMS, por una supuesta complacencia con China, es absurda.

Lo que si es cierto es que las manifestaciones se ampliaron a la muerte dolorosa de Floyd para alcanzar la cólera contra el racismo, la oposición a la brutalidad policíaca, pero aún más hoy se expresan completamente en contra de un régimen que ha decepcionado a lal mayoría de aquellos quienes confiaron en él y creyeron que su condición de triunfador en los negocios, le otorgaría la condición de estadista por ósmosis, pero no es así. La realidad hoy es cruda, es una persona antipática y que desprecia cualquier cuestión humanitaria o social, así como también ahora mostró su racismo más flagrante.

Las elecciones están muy cerca. Su manejo ante la pandemia del coronavirus fue otra muestra elocuente de su incapacidad y de su fiel línea de que el dinero resuelve todo, para nada. ¿Perderá las elecciones?, el candidato democráta no es el mejor otra vez, pero ojalá, creo que el mundo y la humanidad se sentirán mejor sin su presencia y sin su obsesión guerrerista, amén de su notoria incapacidad.

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