Raúl Molina Mejía
Hace una semana, hice una pincelada histórica de la AEU. Hoy, que se cumple su centenario, me concentro en su presente y futuro. Felicito a su Junta Directiva actual, por darle continuidad al histórico rescate que hizo la Junta Directiva anterior, y reconocemos a ambas sus valiosas gestiones. Aún están agitadas las aguas del movimiento estudiantil, con amenazas constantes de los delincuentes que la detentaron y las fuerzas oscuras extrauniversitarias y dentro de la Usac que los apoyaron, particularmente mediante actos de violencia y la usurpación de la Huelga de Dolores. La Universidad misma no logra todavía recomponerse e iniciar el desarrollo que necesita y se merece. Surgen de esto dos objetivos que la AEU debe alcanzar con el apoyo de la comunidad universitaria entera: uno, mantener a la AEU y todo el movimiento estudiantil universitario en manos honestas y capaces, con liderazgo responsable y democracia plena; y, dos, trabajar incansablemente por lograr pronto la reforma de la Usac, dentro del marco establecido en la Constitución de Guatemala como universidad nacional, autónoma, democrática y con mandato constitucional de contribuir a la solución de los grandes problemas del país.
Lograr el primer objetivo exige involucrar a cantidades importantes de estudiantes, mujeres y hombres, en las actividades de política estudiantil universitaria. No se trata sólo de que la AEU tenga la composición y el rumbo correctos; esto se debe lograr también para todas las asociaciones facultativas y de escuelas y centros regionales. Parte importante del involucramiento es la proyección del quehacer universitario a los sectores populares, para trabajar con ellos en la búsqueda de su formación y desarrollo. El segundo objetivo es más complejo, porque no depende solamente de la voluntad del sector estudiantil de la Usac; deberá integrarse su visión al conjunto y negociarse con otros sectores de la Universidad. Sin duda, la posición de las y los estudiantes será más radical, por lo que se deberán abrir espacios de legítimo diálogo, para buscar consensos en función de los altos objetivos a los que se aspira. Hay conceptos profundamente arraigados en el sector estudiantil, que son fruto de luchas de muchos años. En los varios movimientos de reforma universitaria se han recogido firmes exigencias, entre otras, el rechazo a cualquier tipo de corrupción o abuso de poder; la determinación de que la educación universitaria sea gratuita y de alta calidad; la apertura creciente, geográfica y socioeconómicamente, a todas las personas que estén en condiciones de cursar educación de tercer nivel; la valorización de los procesos de defensa y aplicación de los derechos humanos, incluidos los de la mujer, los pueblos indígenas y minorías discriminadas; el establecimiento de la memoria histórica; la ampliación y profundización de la investigación y la extensión; y la renovación del sistema de gobierno universitario, para que sea democrático, incluyente y eficiente. La AEU, como catalizadora de las preocupaciones de las y los estudiantes universitarios deberá librar una batalla constante e inquebrantable para que estas exigencias tengan su pronta concreción.