Foto de editorial, La Terminal registró este día alta afluencia de personas. Foto La Hora/José Orozco

Ciertamente las intempestivas y poco meditadas decisiones de las autoridades no ayudan mucho y vimos cómo complicaron las cosas para tantas familias durante el pasado fin de semana, pero la reacción ciudadana no puede ser irreflexiva y debemos entender que finalmente el control de la pandemia depende de nuestra mesura fundamentalmente. El comportamiento de miles de personas que ayer abarrotaron comercios y se volcaron en una inusual actividad que puso fin al distanciamiento social va a tener efectos nocivos porque ya sabemos que a menor distanciamiento mayor posibilidad de contagios. Esta misma mañana en La Terminal se podía observar aglomeración impresionante de personas, confirmando que no existe la precaución ni la mesura que se impone en estas condiciones.

Ciertamente no tiene mucha lógica el cierre absoluto del país de manera abrupta durante tres días para luego tener una apertura del todo anárquica por cinco días y luego volver a un cierre absoluto, experimento que no se había realizado en ningún país desde que se vino sobre el mundo esta pandemia en la que se ha recurrido a la prueba y el error, pero en ningún lado con tanta carencia de elemental sentido común. Si bien la reacción ciudadana el pasado viernes fue comprensible porque todo mundo fue tomado por sorpresa, lo de ayer lunes y hoy martes sólo puede entenderse porque los ciudadanos están atemorizados de que se vuelva a producir una súbita ocurrencia cualquier día de estos y por eso actúan como si no hubiera mañana.

Creemos necesario entender claramente que nada hará más explosivos los contagios que la pérdida del elemental sentido de distanciamiento social. De nada sirve que se haya suspendido el transporte público si en los supermercados, en los mercados y en los bancos siguen las aglomeraciones y la distancia entre uno y otro cliente con las carretas, por ejemplo, no tiene sentido porque las interminables colas zigzaguean de manera que a los lados todos paran arrejuntados.

Al margen del desperdicio de producto agrícola que debió ser tirado a la basura, y que en un país con las carencias del nuestro constituye un gravísimo pecado, hay que tomar en cuenta muchos factores sociales que obligan a actuar con criterio de verdadera prevención y si las autoridades incurren en errores, los ciudadanos debemos reaccionar con la mesura que demandan las circunstancias.

En la medida en que aumente la cantidad de pruebas realizadas aumentará el número de casos registrados lo cual no significa, en absoluto, que no debamos realizarlas. Por el contrario, saber la real situación debiera ser la mejor herramienta en la crisis.

Redacción La Hora

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