David C. Martínez-Amador
El mundo entero (no solamente Guatemala) vive momentos de complejos, difíciles, y
poco antes conocidos en la historia reciente. En Guatemala la sociedad ha sido,
confinada de forma completa y obligatoria por tres días. Abierta queda la posibilidad
que este confinamiento se repita por una semana más sumada a, diferentes medidas de
limitación social. Pero en otras latitudes, esta medida de confinación casi total se
tomaron mucho antes. O al menos medidas más drásticas sumadas a un toque de queda:
restricción de movilidad por número de documento de identidad, limitación de
movilidad por criterios de género, limitar el número de personas en una que van dentro
del coche etc..
No es fácil para los ciudadanos adentrarse en medidas de este tipo. Queda la duda,
queda el temor y ante todo la incertidumbre más que justificada. ¿Cuánto tiempo más?
Los ahorros se terminan. ¿Se podrán mantener abastecidos los supermercados?
¿Habrán insumos disponibles en las zonas rurales? ¿Habrán brotes de violencia
producto del hartazgo ciudadano? ¿Cómo le harán las ´banderas blancas´ en estos tres
días? Las Pymes y MicroPymes que deseaban comenzar a operar de vuelta,
¿Terminarán por desparecer? Todas estas son preguntas válidas.
En momento de crisis y desesperanza en razón de crisis sociales, económicas, políticas
o epidemiológicas lo racional es colocar los ojos en la capacidad del Estado y sus
instrumentos de política pública.
Es ahora cuando resulta vital el liderazgo político. Es ahora cuando es menester que el
Estado pueda funcionar en la forma más eficiente posible. Es ahora cuando el entorno
institucional será demandado al máximo y es ahora cuando cruzamos los dedos
esperando que el desempeño estatal no sea caótico. Posiblemente en este preciso
momento el debate entre economía versus salud deja de ser pues se ha podido apreciar
cómo a raíz de una relajación – tanto de medidas como del comportamiento social-
Guatemala arribó prácticamente a los 200 contagios en un día. La situación puede
desglosarse y pintarse aún más compleja. Basta hacer los números. Guatemala tiene
un porcentaje de casos positivos de un 7%. Para este número, Guatemala debería haber
realizado tantas pruebas como su vecino el Salvador ( 125,356 exámenes) pudiendo
haber detectado hasta 8 mil casos positivos. Esto equivale hasta 7 veces los casos
públicos al momento.
¿Qué hacer ante un escenario como esto? Es necesaria la responsabilidad del liderazgo
político para hacer sentir la presencia del Estado. Comenzar a ejecutar la ayuda que ha
sido aprobada pues, – al menos en la prospectiva original- estamos en el pico de la
pandemia. No estamos aún en el punto para discutir la reactivación, estamos aún en el
punto de la mitigación. Viene al mismo tiempo, el momento de la responsabilidad
ciudadana para cuando concluya estos tres días mantener estrictamente las medidas de
distanciamiento social. El liderazgo del Presidente Giamamttei tomó la decisión
correcta el pasado jueves 14 de Mayo (espero que no sea una decisión tardía). Pero es
necesario, paralelamente que el Estado comience a moverse y mover las capacidades
financieras aprobadas. Sin esto, es inevitable el colapso del pacto social.