Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Jorge Santos

Ya lo sabíamos, nadie debía confirmarlo científicamente o darnos una cátedra llena de
datos, hechos comprobables e hipótesis confirmadas, vivimos ya en la barbarie, en el
¡Sálvese quien pueda! Y por ende constatamos que la ciudadanía estamos en soledad y
en estado de indefensión absoluto. Cuando el menos del 25% del electorado en
Guatemala emitió su voto por una persona que llevaba más de 20 años añorando la
presidencia y varias denuncias de ejecuciones extrajudiciales encima, ha de haber
pensado que este hecho democrático podría suponer un gobierno capaz de protegerle
y garantizarle condiciones de vida digna; obviamente esto nunca sucedió y no
sucederá a lo largo de los próximos años.

Sin lugar a dudas, así como el dictador Manuel Estrada Cabrera jamás imagino que en
1902 un volcán haría una de las 10 explosiones más fuertes del siglo XX o que en 1918
una terrible pandemia sacudiría el país, su aprendiz Alejandro Giammattei, tampoco
podía haber imaginado que le tocaría enfrentar al SARS-COVID19. Pero lo que si es un
hecho, ya constatable, es que a ambos el autoritarismo los corroe y la desinformación
y el ocultamiento de la verdad, es algo que muy fácilmente se les da. Lo otro que es un
hecho comprobable es que en la crisis es cuando conocemos lo mejor o lo peor de las
personas y a tan sólo cuatro meses del nuevo gobierno, ya podría ser calificado
producto del manejo de la cosa pública en este corto periodo de tiempo.

Frases presidenciales tales como “vayan a la playa, vayan al cine” o “hemos contenido
la expansión de la enfermedad” y la inigualable “sufriremos una gripona” ya eran la
evidencia que nos permitiría adelantarnos a lo que hoy es una constatación tajante, el
Gobierno de Giammattei no es más que parte de la misma mediocridad que hemos
tenido como gobernantes durante más de 60 años. Incapacitado para conducir un país
y autoritarismo profundo son la mezcla perfecta para el descalabro que estamos
viviendo. Regañón, estigmatizador, difamador, generador de discurso de odio y por
supuesto con una planta de truhán, moraliza cada día en sus mensajes presidenciales,
pero no es más que un servil instrumento de la oligarquía guatemalteca y que en
realidad no mueve un dedo sin que le autoricen sus financistas. Frente a este tamaño
de indefensión estamos la sociedad guatemalteca.

Es por ello, que estamos en un Estado de Indefensión absoluta, que sólo puede ser
superado a través de que la ciudadanía y en particular quienes solemos organizarnos,
profundicen la democracia, los derechos humanos y el bienestar común en todos y
todas. Ojalá entendamos que sólo ampliando los derechos humanos, la democracia y
la inclusión para todos y todas y un amplio Régimen de protección social será lo que
nos salve de esta debacle. Para ello es necesario

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