Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Empezando el mes de mayo alrededor de treinta Estados en los Estados Unidos están “reabriendo” luego de haber pasado varias semanas de confinamiento dispuesto para prevenir los contagios del coronavirus y, desde luego, se aviva el debate sobre si es la medida correcta o se han precipitado, pero en el centro de la cuestión está la elección de noviembre para la que Donald Trump necesita que la economía se recupere porque el efecto que ha tenido su manejo de la pandemia compromete seriamente sus posibilidades de ser reelecto. En todo caso se han definido dos campos muy específicos, puesto que por un lado están los expertos médicos, sobre todo epidemiólogos e infectólogos, que ven la cuestión desde el punto de vista del avance de la enfermedad y, por el otro, están no sólo los intereses políticos sino también los económicos que finalmente afectan a toda la población.

Pero el gran cuestionamiento que hacen los expertos es la limitación para realizar suficientes pruebas de laboratorio para determinar con precisión los casos existentes, tanto sintomáticos como asintomáticos, tomando en cuenta que ambos son fuente de contagio y que la única forma de evitar un severo repunte es si la apertura de la economía va acompañada de dos factores específicos: esa capacidad de hacer pruebas masivas y la de darle seguimiento a los contactos que haya tenido cada uno de los casos positivos para tener bajo un control eficiente el nivel de contagios, adoptando medidas de cuarentena para todos los que hayan estado en relación con los que van dando positivo.

Básicamente, entonces, se considera que la apertura puede darse con relativo control si existe un adecuado abastecimiento de kits de pruebas confiables para realizarlas masivamente con criterio preventivo, situación que en Estados Unidos está aún lejos de concretarse según los indicadores porque hasta ahora han podido realizar alrededor de 23,000 pruebas por millón de habitantes y, contra lo que dijo hace varias semanas Trump, no están disponibles para que cualquiera pueda ser sometido a esa clase de exámenes.

Los países que más pruebas han realizado duplican la capacidad de Estados Unidos y es donde se ha dado un retorno a la vida normal con relativo control de la pandemia, lo que aviva la discusión entre los expertos y los políticos en los Estados Unidos. Por supuesto que hay países que están muy lejos de alcanzar siquiera la cifra de 23,000 que consideran insuficiente los expertos médicos de Estados Unidos, y entre ellos estamos nosotros donde no logramos pasar de la cifra de 500 pruebas por millón de habitantes.

Es obvio que el efecto económico del encierro dispuesto no afecta sólo a las empresas y los empresarios sino también a los trabajadores y de esa cuenta es que hay tanta presión en todo el mundo para ponerle fin al confinamiento y hasta se llega a aceptar como algo inevitable el aumento de los contagios y que también se incremente el número de personas que fallecen por el virus. Pero sin suficientes pruebas puede haber un crecimiento explosivo que haga colapsar los sistemas de salud.

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