Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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No es casualidad que los sitios donde es más congestionado el transporte público, tanto por vía terrestre como por vía aérea, sean los que han presentado mayor cantidad de casos del COVID-19 a lo largo y ancho del mundo y por ello se estima que la decisión temprana en Guatemala de suspender ese servicio tiene mucho que ver con que se haya logrado contener, como dice el Presidente, en buena medida la ola de contagios, aunque ello se tradujo en la radical suspensión de la actividad económica porque la gente no tenía como desplazarse. Sin embargo, para reiniciar esa actividad obviamente se impone la reactivación del sistema de transporte y por ello es que la adecuada planificación y las precauciones que se tomen en ese campo pueden ser la gran diferencia para lo que se viene en el futuro inmediato en términos de contención o propagación del virus.

Desde hace días, mucho antes de que siquiera se hablara del tema, se vio a trabajadores municipales pintando señales en las estaciones del Transmetro para marcar el distanciamiento que debe haber entre los usuarios cuando hacen fila para abordar las unidades, tomando en cuenta las directrices que mundialmente han dado los especialistas en el sentido de mantener una distancia de dos metros para prevenir los contagios, lo cual da una idea de que en ese sistema de transporte se tendrá cuidado de impedir que suba un número de pasajeros que rompa con esa norma de distanciamiento. Pero por supuesto que no se puede depender sólo de esas unidades y de ese sistema, por lo que habrá que ver cuáles son las normas y las medidas que se adoptan con los otros buses, tanto urbanos como extraurbanos, que diariamente trasladan a varios millones de usuarios.

Creo que es fundamental poner atención al tema del transporte público porque debemos entender que la reactivación que parece haberse convertido en estos días en la meta que persiguen las autoridades, depende en mucho de cómo se pueda movilizar masivamente a quienes no poseen sus propios medios de transporte y de esa cuenta es fundamental encontrar mecanismos que diluyan la demanda y, aunque muy compleja para disponerla en un par de días, una medida como el escalonamiento de horarios podría ayudar mucho para evitar la tradicional congestión de los buses en horas pico muy concentradas. El punto es que no se puede permitir la circulación de unidades sobrecargadas, como es nuestra ya común tradición, ni permitir que en las paradas de buses que no son del Transmetro la gente se amontone sin guardar distancias recomendadas.

Y dependeremos en gran medida de la madurez del público para que las cosas puedan funcionar de la mejor forma y no se vale, en estas condiciones, recurrir a la ley del más fuerte para hacer cada quien su capricho, como tan corriente sucede en un medio donde nos hemos acostumbrado a pasarnos todas las normas por el arco del triunfo. Si esos abusos nunca son aceptables, mucho menos ahora cuando literalmente lo que está en juego es la vida misma y todos tenemos que tener respeto extraordinario hacia nuestros semejantes porque tomar riesgos sería francamente estúpido.

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