Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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En el mundo moderno y especialmente en el manejo de la crisis actual, se insiste mucho en que las decisiones no deben ser producto de corazonadas o personales inspiraciones sino que se debe utilizar la información disponible que la tecnología facilita. Guatemala tiene la ventaja de que su primer caso de coronavirus se produjo a mediados de marzo, cuando algunos países ya empezaban a salir de la parte más aguda de los contagios y eso permite disponer de suficiente información (data) para ver qué medidas han funcionado y cuáles han complicado las cosas en otros países. Por supuesto que hay variables que deben tomarse en cuenta, como la realidad de los sistemas de salud y la distribución del ingreso, pero disponer de resultados de las distintas experiencias puede ser una diferencia decisiva.

Y en ese sentido el Estado de Georgia, en los Estados Unidos, se ofrece para servir de conejillo de indias para determinar si la supresión de las normas de distanciamiento social tiene efecto en el comportamiento de la pandemia del coronavirus. Empezando este fin de semana, por disposición del gobernador toda la actividad económica se reactiva sin restricciones. Hasta los salones de belleza, los masajes y salas de mani y pedicurismo pueden restablecer sus servicios, no digamos los restaurantes que podrán recibir clientela sin más requisito que una recomendación de “tratar” de mantener distancia entre los comensales.

Trump había insistido en que para el primero de mayo quería toda la actividad económica restablecida pero su gran amigo, el gobernador de Georgia, que fue electo gracias al formidable apoyo que el Presidente dio a su candidatura, dispuso adelantarse e ir más allá de lo que el mandatario se proponía. Georgia se convertirá en un lugar donde se puede medir el efecto de la supresión de las medidas de prevención adoptadas para contener la explosión de contagios por el COVID 19.

El debate sobre qué debe prevalecer en las actuales circunstancias, si el manejo epidemiológico o la necesidad de reactivar la economía existe y la verdad es que si nos atenemos a la lógica, nada mejor que tener la oportunidad de ver datos duros, concretos y precisos, de las consecuencias de una y otra cosa. Sobre el cierre de la actividad económica hay suficiente información que nos permite entender que el costo de “aplanar la curva” es terrible y que aún países con programas sociales eficientes y avanzados han visto cómo la gente paga terribles consecuencias. Pero sobre una acelerada decisión de retornar a la normalidad no hemos tenido muchas experiencias y la de Georgia, para bien o para mal, será importante y deberá ser seguida con atención porque será una fuente extraordinaria de información para quienes tienen que tomar decisiones y para quienes influyen en los que las toman.

Yo no veo el divorcio entre salud y economía porque creo que si en ambos casos perdemos control puede haber consecuencias irreparables. El balance entre ambas situaciones es fundamental para el éxito y la preservación de la paz social que es, a mi juicio, tan importante como la salud de las personas.

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