Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata
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En los días pasados, cuatro organizaciones campesinas, conocidas por su beligerancia y tradición de lucha publicaron un comunicado que titularon “Economía y agricultura familiar indígena y campesina, una oportunidad para la población guatemalteca. Reactivación con transformación”. Estas organizaciones son: el Comité Campesino del Altiplano, CCDA; la Central de organizaciones indígenas campesinas Chortí, Nuevo Día; el Comité de Unidad Campesina, CUC; y la Unión Verapacense de organizaciones campesinas, UVOC. En dicho comunicado señalan la trascendental relevancia que tiene este sector social como productores de alimentos, lo cual ha quedado claramente evidenciado en la crisis sanitaria que vive el país y el mundo entero. Señalan que, paradójicamente, quienes los producen son generalizadamente pobres, sin ningún apoyo del Estado. Con sabiduría nos hacen ver la importancia que tendría esta economía campesina e indígena para enfrentar la crisis económica que sin duda procederá a la pandemia.

Aprovecharon para señalar el rol que debería jugar el MAGA en garantizar que la población tenga comida, apoyando a quienes la producen, o sea a los agricultores familiares.

Pero en su planteamiento llegan aún más lejos y, con audacia, llaman a una “CONFLUENCIA NACIONAL para enfrentar la situación coyuntural que vivimos y los efectos dramáticos que seguramente se producirán en la economía del país…”, agregando que “los campesinos, las comunidades indígenas y los pequeños productores agrícolas estamos decididos a participar en este urgente esfuerzo de unidad social y política a nivel nacional.”. El llamado obviamente está dirigido al Presidente de la República, para que ejerza un “liderazgo incluyente”, pero en esta confluencia nacional llaman a participar a toda la sociedad civil. Conociendo estos liderazgos es muy meritorio que ahora acompañen su lucha de una posición flexible y de perspectiva nacional.

Yo sé que estas organizaciones campesinas no son vistas con simpatía alguna por los empresarios, principalmente los del agro, particularmente por los conflictos agrarios de los cuales los responsabilizan. También he visto que, lamentablemente, el Presidente Giammattei no parece aún haber comprendido el rol que juegan los productores de alimentos y que con una visión equivocada y simplista reduce, en gran medida, el desarrollo del agro a la promoción de las exportaciones. Pero este comunicado de las organizaciones campesinas y las medidas sanitarias que se han dictado podrían ser una señal, aún a tiempo, para que el gobierno rectifique su limitada comprensión sobre este tema. Tal vez la reciente llegada de José Ángel López al MAGA pueda ayudar en este sentido, ya que su conocimiento de la realidad rural es reconocido, así como su experiencia al respecto, lo cual hace que existan importantes expectativas en relación a su desempeño.

La crisis económica que vendrá será grave y, como siempre, los pobres y excluidos sufrirán aún más. Ellos habitan principalmente en el área rural y seguramente los conflictos agrarios se agravarán. La convulsión social en el campo vendrá y la gente desesperada rebasará cualquier control o represión que se quiera imponer sobre su lucha por sobrevivir.

El Presidente Giammattei tiene una oportunidad extraordinaria, en medio de la tragedia que le está tocando enfrentar. Debería tomarles la palabra a los dirigentes campesinos y liderar esa confluencia social nacional que ellos plantean para rescatar al agro del rezago histórico que sufre. Mal haría en escuchar a quienes neciamente siguen sin comprender que la bomba de la convulsión social cada vez tiene la mecha más corta.

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