Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Lo aprobado por el Congreso de la República en la noche del jueves y madrugada del viernes, es una pizca de decencia; bien por los diputados y diputadas que no se hicieron de la vista gorda ante las necesidades de un grueso importante de población que necesita del Estado y no del mercado: ¿es mucho pedir que se comporten siempre así? Porque los extremos a los que nos está haciendo llegar esta pandemia son de largo cotidianos, es decir, la preocupación por quienes no tienen qué comer o con qué pagar los servicios básicos no debería tener como condición una crisis global, en Guatemala esto es una cuestión diaria, mensual, permanente, desde hace casi doscientos años.

La mano invisible del mercado tiembla, más en esta economía que no es del todo capitalista y que más bien se asemeja al feudo de algunos pícaros que no cambiaron de siglo y quieren permanecer 100 años más así; se merecen todas las pestes juntas.

Ya dije en la columna anterior que el Presidente está luchando, se nota, pero también dije que se nota que su lucha tiene el sesgo del CACIF; y no se trata de medidas populistas ciudadano Doctor, se trata, si usted quiere, de no matar a la gallina de los huevos de oro, a la gente que malvende su fuerza de trabajo al empresariado, sin esa fuerza de trabajo el país no es posible, sus utilidades no serán posibles. Si no entienden eso ni su capital ni la población de este país tienen posibilidad en un marco capitalista. Ahora bien, la manera en que votó ayer el Congreso es una muestra de lo civilizada que puede ser la política, claro, la circunstancia es extrema y les condiciona, pero es un ejemplo de lo que se podría hacer permanentemente con un hemiciclo lleno de gente que verdaderamente represente a su electorado y no a las élites políticas y económicas del país. Lo mismo debería ser para el Ejecutivo.

No se trata acá de ser críticos a mansalva del gobierno y el empresariado y la clase política, no, se trata de intentar ir a la raíz de lo que nos cuesta la vida; en una pandemia o en cualquier momento, y eso significa que por mucha buena intención que haya en los gritos presidenciales y los postureos legislativos, no podemos dejar pasar que en ambos espacios se esté pensando más en la economía a secas, que en la población. En serio, sin fuerza de trabajo no hay utilidades capitalistas.

Falta un trecho que recorrer para salir del COVID19 a nivel global y por supuesto, en Guatemala, ojalá lo que venga, por duro que sea, siga teniendo la misma lucha y respuesta en el Legislativo. Ojalá, que el Presidente deje en paz los lugares comunes religiosos y se comporte como el estadista que pretende ser. Y un último ojalá; ojalá que el empresariado igualado entienda que sus utilidades pagadas con el hambre de los que no se pueden quedar en casa, es que se paga hoy su confinamiento.

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