Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

post author

Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“El pánico es más contagioso que la peste y se comunica en un instante.” Almas Muertas de Nikolái Gógol

En los tiempos que corren, viviendo una situación para lo que nunca se está preparado, hemos observado en una escala inmaterial de valores desde lo más grande hasta lo más bajo del ser humano, se necesitan momentos extremos para saber hasta dónde se puede llegar entre el cielo y el infierno, y desafortunadamente uno se encuentra íntimamente ligado al otro, no existe lo blanco sin lo negro, uno se encuentra íntimamente ligado al otro, porque el primero no existe sin el segundo.

En tiempo real, ante nuestros ojos desfilan tanto las bondades como lo más mezquino de la humanidad, muchas veces encontrándose los contrarios en una misma persona, y aun así tenemos el poder de asombro, día con día van surgiendo nuevas acciones del ser humano, que funciona como un microcosmos del gran cosmos que es la globalidad del mundo tal como lo que conocemos.

Cuando se viven situaciones límite, es el momento en que se exterioriza el verdadero yo del ser humano ¿Qué lleva a una persona a comprar convulsivamente un producto para enfrentar una hipotética debacle? Hipotéticamente porque no se sabe cuál será el momento que definirá el actuar, el yo interno le manda avisos de sus necesidades ante un futuro cercano, y hacia ese hecho encamina sus pasos, en algunos procesos pisoteando a quien se le ponga enfrente.

¿Cómo actuamos ante la posibilidad para nosotros casi cierta, que estamos más cerca de morir que de vivir? Nuestra mente nos condiciona a que pensemos que inminentemente nuestro fin está próximo, y ante esos que creemos últimos momentos de vida, se encaminan nuestras acciones pensando que es nuestra última oportunidad.

En momentos difíciles como cuando nos toca vivir una pandemia, se evidencia a la persona responsable de la que no lo es, a la que sabe tomar las decisiones valientes para afrontar la situación más complicada y la que se esconde para no afrontar los períodos más difíciles que se presentan.

Los tiempos complejos, como cuando nos encontramos en una encrucijada en la que, de las decisiones que se tomen, depende la estabilidad física, psicológica y emocional de todo el entorno cercano y lejano, derivado de que se pone a prueba la serenidad y el temple de las persona.

Una pandemia como la que estamos viviendo, nos hace preguntarnos en donde termina lo físico de una enfermedad, y principia lo humano, porque se entrelazan de tal forma que tiende a confundirse que el humano tiene problemas físicos, y que esos mismos problemas lo vuelven si se puede aún más humano.

Los peores padecimientos, y que al quedar en evidencia se deben combatir, son la histeria, el acaparamiento, el egoísmo, la especulación, el individualismo, el abuso, tantos males que se hacen patentes en el momento que la humanidad más necesita de las mejores actitudes, esa línea que nos convierte en lo que no esperamos ser, es después de la muerte la peor cara de una enfermedad global, aunque hace más palpable la diferencia a las culturas y los valores más intrínsecos del ser humano se hacen palpables en momentos como el actual.

Las trampas que pone la vida, para que quede evidencia de lo que somos o no capaces de hacer, se reescriben constantemente en la historia de la humanidad, para hacernos recordar lo débiles que somos, pero a la vez las fortalezas que se pueden esconder detrás de cada actitud.

Quien se crece en la adversidad y encuentra la respuesta adecuada en el momento justo, quien convierte al pánico en valentía, es quien puede sobrevivir a las enfermedades que no se diagnostican con un estetoscopio, porque ni el más sensible las puede evidenciar, por eso debemos fortalecernos en momentos como el actual, en el que la sociedad en general necesita de la fortaleza interna y externa de todos los seres humanos.

Artículo anteriorSAT informa que aduanas se mantienen en funcionamiento
Artículo siguientePolítica Exterior y Globalización