Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

post author

Danilo Santos

Cuando la realidad política y social es como la guatemalteca y los partidos políticos simplemente tienen una visión que es incompatible con la misma, el divorcio entre estos espacios de representación y los intereses de la población es muy grande.

Esta ha sido una semana que, para variar, asombra. Hay cuestiones de fondo sucediendo, pero las de la superficie son las que son comidilla diaria. En medio de un proceso que afectará el quehacer judicial por cinco años, la FECI evidencia lo podrido del sistema, no solo del sistema de justicia en cuanto a la elección de magistrados para la CSJ, sino del sistema en general. Un privado de libertad, llámese como se llame, es sorprendido haciendo lobby para integrar listados que irán al Congreso de la República. Se reúne con aspirantes, jueces, diputados, presidentes de comisiones, etc. El descaro de la romería es una clara señal que a la clase política la ciudadanía le valemos gorro. Pareciera que nos dicen a gritos “matemos la democracia” y con nuestro silencio o poca acción contestamos “matémosla”. Simplemente es inaceptable.

La CICIG junto con otro MP (no el de esta FECI huérfana), demostraron que el Estado estaba cooptado; vinculó a un expresidente y expresidenta a escandalosos casos de corrupción. Pues el fiscal Sandoval y su equipo están dando indicios de que la justicia también ha corrido la misma suerte y seguirá así si no se hace nada. Esto es grave. Si los magistrados de la Corte Suprema de Justicia se eligen con base en la corrupción, qué tipo de justicia tendremos.

Solo falta que el lelo que dijo: “La corrupción en Guatemala se ha considerado como normal” venga a tener razón. Yo digo que no, que la corrupción no es normal, que no debe ser normalizada porque hacerlo, eso sí que es “inhumano”.

Este Congreso, por nuevo que sea, ha demostrado en poco tiempo que la mayoría de sus integrantes no son muy diferentes a los de la legislatura anterior. De oficio deberían rechazar este proceso de elección de magistrados; no digamos abstenerse de votar los diputados que visitaron a Gustavo Alejos en la cárcel y el sanatorio, que, dicho sea de paso, en su vida legislativa jamás han demostrado la misma humanidad con el sistema de salud y quienes yacen en los hospitales públicos.

Si el proceso sigue, si no pasa nada, si nada cambia, si seguimos en nuestra cómoda trinchera sin hacer mayor cosa, pues la doble moral seguirá su curso de enfermedad social hasta el día que nos toque enterrar la democracia que tanto defendemos, sin saber que lo que en realidad hacemos es defender un sistema que utiliza las instituciones democráticas para sus fines, defender una clase política que está más preocupada de sus negocios o que no los metan presos, que de ir consolidando dinámicas sociales democráticas que abonen en la construcción de un país civilizado, con reglas claras, con una población que vea en el actuar de sus políticos el reflejo de sus anhelos y preocupaciones.

Artículo anteriorEntre el dengue y el coronavirus una vacuna
Artículo siguienteACA: de 694 centroamericanos solo 14 estarían interesados en refugio