Ayer Alejandro Giammattei Falla asumió la Presidencia en una jornada que estuvo aún bajo el control del Pacto de Corruptos y al pronunciar su discurso sorprendió a muchos con una radiografía sumamente precisa en la que fue señalando, uno a uno, los graves problemas que nos aquejan y que impiden no sólo nuestro desarrollo sino la capacidad del Estado para trabajar por el bien común. Su exposición de los graves problemas que sufrimos y el anuncio de acciones para enfrentarlos con determinación y firmeza constituye un hito en nuestra historia porque es primera vez que en la toma de posesión de un nuevo gobernante se habla con tanta claridad del país que recibe y de lo que se propone hacer.

Párrafo aparte, por la importancia de su contenido, merece el llamado a la unidad y a que los guatemaltecos dejemos a un lado el pleito que nos divide y confronta. Las aspiraciones en temas de desnutrición, combate a la corrupción, educación, migración, competencia, pueblos indígenas, el papel de la mujer y el combate a la violencia de las pandillas tienen que concretarse como un esfuerzo colectivo de la sociedad, dejando atrás las divisiones provocadas de manera deliberada como parte del esfuerzo de los corruptos del país para asegurar la supervivencia de su sistema, explotando añejas diferencias ideológicas que no tienen cabida en el mundo actual.

Giammattei explicó al detalle los problemas que sufrimos y estableció las prioridades de su gobierno a lo largo del discurso de toma de posesión y, la verdad, lo hizo bien y con esmerado enfoque de cada uno de los temas puntuales que son causantes de lo que como país nos detiene y complica nuestra ruta hacia un desarrollo incluyente.

Pero mientras él hablaba, no sólo lo escuchaba la población sino lo hacía el Pacto de Corruptos relamiéndose por su primer triunfo con la negociación en el Congreso para incluir a sus prominentes figuras en el “nuevo” rostro del Legislativo y preparando el golpe certero de la cobertura con el manto de la impunidad a Jimmy Morales y Jafeth Cabrera gracias al Parlacen que se subió, gustoso y diligente, al esfuerzo de los más pícaros, acabando de labrar su propia estaca al confirmarse cuál es el único papel que desempeña, es decir, el de parapeto de los sinvergüenzas.

Firmó un acuerdo anoche con un MP, la Contraloría y el Procurador de la Nación que pondrá a prueba a esos tres pilares del sistema corrupto y ahora, hoy mismo, empieza la prueba de fuego para que el discurso se traduzca en hechos.

Redacción La Hora

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