Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso

“Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro”
Franz Kafka.

El mundo ha evolucionado más en los últimos años, que en los 2000 anteriores, dejándonos enseñanzas de vida, que son irreemplazables, un nuevo mundo se ha abierto dejando de lado el que conocíamos hasta hace una veintena de años, y no me refiero a la tecnología, que es importante, pero para el ser humano, hay algo que llena espacios sentimentales necesarios, como personas hemos encontrado un nuevo sentido a la vida, que no es una moda.

Contamos con nuevos compañeros que ladran, maúllan, trinan, repiten, pueden contar con dos o cuatro extremidades, nos acompañan, además ocupan un lugar dentro del hogar, ante todo en nuestro corazón, nos sentimos responsables de ellos, pero ellos se sienten más por nosotros, porque no solamente nos acompañan, nos entienden, aman y comprenden.

No fui muy amiga de los perros ni los gatos por una experiencia de infancia, sin embargo, mis hijas de las muchas lecciones de vida que me han dado, me dieron la más emotiva, adoptaron varios perros de diferentes razas, mezclaron “de raza” y mestizos, y ellos conformaron una gran familia en la que tienen sus propias reglas, y un líder, que es un gran líder, lo ha sido durante muchos años.

El 95% llegaron bebés, no solamente conocen nuestro entorno, conocen nuestra voz, olor, la forma en que caminamos y nuestros sentimientos. La primera vez que recibí cariño de uno de ellos, fue del líder, un precioso y noble cocker, hace diez años pasé por una etapa crítica, y no sé cómo me senté en una grada a llorar, cuando sentí unas caricias en mis pies, era él, que me quiso dar consuelo, en ese momento ya no los pude ver igual, todos nos han dado maravillosos momentos y difíciles también, porque tres de nuestros ángeles perrunos se adelantaron en su paso a otra forma de vida, y dejaron un vacío muy grande.

La presente no pretende ser una oda al dolor, debe ser una oda al amor a ese amor incondicional que no pide nada a cambio, y da tanto, sabemos por ellos que alguno de nosotros llegó a casa, porque ellos arman un alboroto, y sabemos quién es el recién llegado por la forma de ladrar, ellos diferencian bien la bienvenida que dan a cada uno de nosotros.

Mis hijas se encargan de llevarlos al veterinario, ponerles sus vacunas, darles su alimentación y medicinas, todos cuentan con un nombre que los diferencia de los demás y ellos responden, pero ante todo mis hijas identifican sus cambios, y reciben su gran amor incondicional, ellos no piden nada y dan tanto, yo he recibido por años su atención, amor y cuidados, he aprendido a valorar esa compañía que se complementa con una variedad de sentimientos positivos, nuestros amigos que no pueden hablar, dicen con sus acciones más que el mejor de los oradores.

La tradición cuenta que cuando Jesús nació lo rodearon los humildes pastores, y con ellos se encontraban ovejas, probablemente hubo algunos perros, y porque no pensarlo, debió haber algún gato, pájaros y otros amigos más.

Los gatos son otra especie de amigos de cuatro patas, diferentes, pero solidarios también, en suerte entre todo el mundo perruno en el que mis hijas me imbuyeron, llegó a mi vida un gato, un precioso gris azulado de grandes ojos amarillos.

Encontrándonos tan cerca del advenimiento del hombre que vino a morir en la cruz por amor, es necesario dar y recibir amor, tanto a los seres humanos, como a los amigos que la naturaleza nos dio, y que en los últimos años han sido parte de la vida de muchas personas, hay una gran cantidad de hogares que se complementan con otro tipo de amor, incondicional y que no pide nada a cambio, solamente que recibamos de ellos lo que nos ofrecen: Sentimientos puros, de los pocos con los que podemos contar.

Amor a quien amor da.

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