Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Netflix acaba de estrenar la documental “Guatemala, Corazón del Mundo Maya”, que por cierto copia literalmente el título del libro que fue publicado en el año 2000 por Oswaldo Chinchilla con fotos del desaparecido fotógrafo Ricardo Mata, y se trata de una espectacular presentación de las indiscutibles bellezas que tiene nuestro país, tanto en términos de la naturaleza como de la cultura ancestral de nuestro pueblo, mostradas de manera tal que realmente se siente emoción y orgullo por lo que somos como país y por los esfuerzos de nuestra gente.

Con el patrocinio del Inguat, los cineastas Luis Ara e Ignacio Juansolo hicieron un excelente trabajo para mostrar a Guatemala como un sitio de enorme atractivo turístico y durante los sesenta y siete minutos que dura la producción se van sucediendo escenas que realmente harán que mucha gente sienta el interés y el deseo de visitar la tierra que fue cuna de la cultura maya que, a tragos y rempujones, subsiste aún en medio de tanta adversidad.

Por supuesto que se trata de una documental elaborada con fines de promoción turística y cumple a cabalidad con la intención de presentar no solo el producto de esa cultura ancestral sino las indiscutibles bellezas que en el plano de la naturaleza tiene nuestro país y que nunca hemos sabido aprovechar adecuadamente para convertirnos en un polo de atracción turística. Costa Rica, con mucho menos de lo que, como bendición, tiene Guatemala, es un sitio al que el turismo norteamericano y europeo llega en enormes cantidades y con mucha ilusión para regresar satisfechos por la forma en que son tratados y por las comodidades que pueden disfrutar, situaciones que no se dan en nuestro medio como resultado de mucha mediocridad no solo de las autoridades sino también de algunos operadores del turismo receptivo.

Yo recuerdo que hace varios años, cuando leí la maravillosa descripción que hace de nuestra geografía Eduardo Hübner en su libro Guatemala en su Historia, un Pueblo que se Resiste a Morir, para luego entrar a la descripción apabullante de tantos episodios de nuestra historia, pensé que como no hay dos glorias juntas, Dios nos dio una espectacular belleza natural y la compensó con la clase de gente que puso para administrarla, para que se quedara simplemente en eso. Esta documental presentada por Netflix no tiene otra finalidad que la de exponer esas grandezas naturales que nos adornan y realmente lo hace muy bien, al punto de que lo de espectacular no es ninguna exageración.

Y nos debería alentar, a los guatemaltecos, para ser más comprometidos y más exigentes para demostrar que si bien tenemos un país hermoso, también podemos ser un pueblo digno que se da a respetar y que con entereza no solo protege sino que aprovecha racionalmente esas bondades naturales para beneficio de todos los habitantes del país. Que, como herederos de los Mayas, nos inspiramos en valores entre los que destaca no solo el compromiso de cuidar la naturaleza, sino el preocuparnos por los demás y en vivir de acuerdo a profundos valores éticos.

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