Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
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“La ética no consiste en formular preceptos caídos o dictados desde el cielo, sino que es consecuencia de tomar consciencia de lo que somos.” Albert Jacquard

Sobre la ética se ha escrito y vuelto a escribir, desde tiempos remotos ha sido la mejor carta de presentación del ser humano, y en los tiempos actuales, ante la necesidad que tenemos de apreciar la misma en cualquier ámbito de la vida, tanto para adentro como para afuera de nuestro propio contexto, es uno de los valores más importantes de los que puede hacer gala la persona.

Según el DRAE la ética es: “Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”.

En relación a las normas morales, todos y cada uno tenemos nuestra propia tabla de las mismas, y la gradación que le damos, unas tendrán más valor y otras menos, dependiendo de cada quien, siendo las mismas muy subjetivas, y a la vez objetivas, subjetivas porque cada quien dará el valor que considere a las mismas, objetivas porque son de observancia general, terminando en lo particular.

Por ejemplo, una persona tendrá como norma de vida, dar los buenos días, tardes o noches al entrar a un lugar en el que se encuentran más personas, otras dirán hola, y otras más, nada, la diferencia entre las tres, estriba en que la presencia de la primera será notoria, la de la segunda llamativa, y la tercera no será propiamente visible.

En relación a los funcionarios públicos, la Constitución establece en su artículo 113, que para optar a un cargo público la persona tiene que tener tres atributos: capacidad, idoneidad y honradez, capaces podemos ser todos los ciudadanos del país, en el sentido estricto de la palabra, dependiendo del cargo al que optemos, la idoneidad y la honradez, son invaluables y subjetivas.

Idoneidad, en sentido general, es la habilidad que tiene la persona de ser adecuado y apropiado para ejercer el cargo, calificativo propicio, pero cuyo concepto se ha deslegitimado, ya que por ser una apreciación subjetiva, quien quiera que sea que califique, según su propia concepción la idoneidad, ese valor le dará. ¿Quién es idóneo? Difícil de explicar para quien califica esa aptitud de la persona, esta destreza, es tan importante y subjetiva, que solamente podría ser establecida, después de su mandato, antes se torna difícil.

Honradez, una cualidad contemplada en la Constitución, cuyo significado más simple es: “Integridad en el obrar.” Pero ¿Quién califica el obrar de cada quién? Naturalmente la población en general, cuando de la función pública se trata, antes de ejercerla, es más complicado establecer la honradez, de la que se dice: “No solamente hay que serlo, hay que parecerlo”.

Después de lo anteriormente expuesto, escribir sobre la ética se convierte en una obligación, más aún en momentos de cambios como los que vivimos constantemente, en tiempos convulsos y complejos como los actuales en los que los mismos, parecen ir tan de prisa que se hace difícil alcanzarlos, en los que la tecnología une a las masas y desune a las personas, en los que el consumismo ha superado a las tradiciones, tener ética es más complejo, porque es un valor muy utilizado, pero poco practicado.

La ética por lo tanto, es una forma de vida con una razón intrínseca de ser, la mejor carta de presentación ante sí mismo más que ante los demás, que hace del ser humano, un mejor individuo, por el simple hecho de ser.

La moral como norma es parte de la ética, o ¿La ética es base de la moral? Sin duda, la una sin la otra no existe, no importa lo que para cada quien sea la moral, en su particular concepto, siempre será un principio de vida, y la ética su mejor forma, siempre que así sea, porque una persona sin ética, se encuentra conceptualmente mutilado, y desgraciadamente parecen ser más notorios, de los que son éticamente completos.

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