Para no desentonar, la celebración de la Independencia en el Congreso ayer fue una oportunidad para que hicieran berrinches y destaparan su juego respecto al manoseo de la justicia. Ya no sólo quieren impunidad sino un sistema que “castigue” a los que lo desafiaron luchando contra la corrupción. Y lo hacen de manera tan torpe que recurren al argumento de sus enemigos, en el sentido de que sin justicia no hay perdón, como han dicho las víctimas del Conflicto Armado Interno en el país, descalificando así su propia iniciativa de amnistía que promueven en el Legislativo.

Pero los berrinches se traducen en caprichos, por lo que ayer vimos cómo la política exterior de Guatemala, en su momento más bajo y abyecto de la historia, dispone eliminar la Embajada en Suecia como reacción a la negativa del Reino de Suecia de remover como Embajador en Guatemala a Anders Kompass, diplomático que se ha distinguido por su estrecha relación con nuestro país desde los tiempos en que como funcionario de Naciones Unidas hizo extraordinarios aportes al esfuerzo por construir una democracia que se muestra tan elusiva.

Manejando la política exterior con mentalidad de hacendado dirigiendo su finca, este gobierno está destruyendo todo lo que ha costado años construir, entre ello las relaciones cordiales con otros países del mundo, simplemente con base en los caprichos de las autoridades de turno que no tienen ni la experiencia ni los méritos para ocupar los puestos que para desgracia del país están desempeñando. La Canciller Jovel no hubiera nunca llegado a Ministra de Relaciones Exteriores de no ser porque hace cuatro años, al ir a elecciones en las mismas condiciones, se terminó eligiendo a quien engañó al elector diciendo que no era ni corrupto ni ladrón.

Su paso por la Cancillería sin duda dejará una huella imborrable porque será prácticamente imposible que alguien con tan escasos méritos vuelva a ocupar el puesto. Ciertamente no nos distinguimos por una prestigiosa conducción de la política exterior de Guatemala, pero hasta en los años más oscuros, cuando sufrimos el aislamiento y ostracismo por las violaciones de derechos humanos, los ministros faltos de capacidad se supieron rodear de expertos y profesionales talentosos para no hacer el ridículo como ahora se está haciendo.

Es una verdadera pena y vergüenza la situación a que se ha llegado y que se reflejó tan gráficamente con los acontecimientos de ayer que hicieron visible no sólo la mediocridad que nos rige, sino la perversidad que caracteriza a los sujetos que actúan en nombre de Guatemala.

Redacción La Hora

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