Cartas del Lector

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Por: Rolando Alfaro Arellano

“Lo que no quieras para ti, no lo hagas a nadie”.
(Tobías).

La República de Guatemala participó en la Conferencia de Estocolmo, Suecia, en el año de 1972, oportunidad que Naciones Unidas, convocara a los diversos países, a efecto de poder asistir al referido encuentro y tratar los problemas derivados de la contaminación ambiental producto de diversas molestias entre países con fábricas y alteraciones de diversas aguas entre fronteras, pudiéndose identificar a los Estados Unidos de América y Canadá, así como Francia e Inglaterra, por el movimiento de barcazas por el Río Támesis.

La Delegación de Guatemala, como ya quedara mencionada, trató a su regreso su participación a tal encuentro, pero pasaron largos años y se logró que se instalara una oficina para enfrentar los daños que a la fecha ya se empezaban a sentir.

La otrora Tacita de Plata comienza con pasos firmes a proyectar la participación relacionada y a orientar acerca de los principales temas que fueran. Pudiéndose destaca la contaminación del aire, de los ríos, de chimeneas, y basuras sin procesar.

En lo que respecta a la participación de nuestro país, ya de vuelta con semejante responsabilidad al presente no ha podido ser enfrentada una verdadera ley, con todos los requisitos que la legislación exige con grave compromiso.

En consecuencia, el tiempo transcurrido, la falta de especialistas nacionales, y de entidades unificadas, los resultados están a la vista de todos los habitantes de la República, así: exceso de contaminación, ruidos de toda clase sin ser regulados, basureros por doquier, vehículos y transportes en total descuido para uso humano, barrancos destruidos con basuras sin tratamiento, ríos y lagunas contaminadas, bosques en peligro de desaparecer, aire contaminado por humos sin control, incluyéndose incendios forestales, entre otros.

Sin perjuicio de poder señalar los descuidos de las diversas administraciones públicas, esta nueva serie de artículos tratará de indicar a los interesados las formas de velar por mejorar la calidad ambiental sin dañar a tantas entidades y población en general.

Finalmente, las nuevas autoridades deberán poner mayor atención a la problemática descrita, antes que sea demasiado tarde, no es lógico que un país tan bello como lo es nuestra Guatemala, se merezca tan mal trato, cuando aún con tantas tragedias, aún puede salvarse con una buena planificación ambiental y entidades cuyo personal sea éticamente bien formado.

Llora sangre al examinar la poca legislación para tratar lo ya descrito y mucho más que los países centroamericanos ya nos rebasaron en el tratamiento ambiental que dan a sus poblaciones.

La República de Guatemala, está urgida de verdaderos patriotas que luchen por hacer volver a su rumbo normal el clima, las aguas, bosques y ríos, para que entonces sí, volvamos a sentir que vivimos en concordancia con la naturaleza y el paisaje del que tanto hemos podido observar y sentir como la pura Tacita de Plata.

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