Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

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Sandra Xinico Batz
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Guatemala tiene una relación de servidumbre con Estados Unidos. Nuestro territorio no es libre ni soberano porque la invasión no ha cesado desde hace 500 años. El Estado y los gobiernos les rinden pleitesía a los gringos, obedecen sus órdenes, les tienen miedo. Los gringos en nuestra historia han quitado presidentes, tomado nuestras mejores tierras, entrenado militares para matar a los pueblos y dado las armas para ello.

Las políticas colonizadoras de Estados Unidos han empobrecido a muchos países en el mundo. El racismo del presidente Donald Trump es un reflejo del racismo de muchos gringos que votaron por él y lo hicieron presidente para que cumpliera su promesa (de campaña) de limpiar a su país de migrantes no deseados, que provienen de países cuyos gobiernos les han servido de tapete. Estados Unidos se formó a través del despojo y el exterminio de los pueblos nativos, se formó a través de la migración y su actual nivel de vida es a costa del empobrecimiento de millones de personas en todo el planeta, lo que provoca que estos millones de personas vean en la migración una posibilidad de seguir viviendo, ya que lo único que pueden perder es su propia vida porque en sus países de origen no tienen nada, no tienen trabajo, no tienen comida, no tienen casa ni tierra, sólo tienen violencia, muerte, persecución y acoso de pandillas.

El Gobierno de Guatemala es una vergüenza y no representa a los pueblos dignos. Además de incapaces son el reflejo de la dependencia que este país tiene con Estados Unidos y que no han ni intentado romper. Donald Trump se jacta diciendo que Guatemala hace lo que ellos dicen que debe hacer y es cierto, no necesitan de amenazas porque con lo colonizados que están los funcionarios de este país con llamarles “amigos” basta.

El Estado de Guatemala empobrece, extermina, despoja y desarraiga a sus propios ciudadanos y a muchos ni los considera como tal, como es el caso de los pueblos originarios a quienes se les ha tratado como invasores en sus propias tierras, constantemente asediados, que han tenido que huir de este país para resguardar sus vidas. ¿Qué puede ofrecer entonces una Guatemala que expulsa y obliga a migrar a miles de guatemaltecas, guatemaltecos por las mismas razones que están obligando (también) a miles de centroamericanas y centroamericanos a huir hacia Estados Unidos?

Si Guatemala fuera un país seguro no estaríamos como estamos y viviríamos en lugar de sobrevivir. Si este fuera un país seguro no habría miedo de salir a la calle o tomar una camioneta, tampoco perderíamos la vida por un celular o por unos cuantos quetzales. Si en Guatemala se pudiera vivir en paz las personas no dejarían su hogar, su tierra, sus familias, amigos; arriesgándose a una travesía de terror como implica migrar en las condiciones que migran miles cada año.

El racismo de Guatemala debe verse reflejado en el racismo de Estados Unidos porque mucho de lo que provoca este racismo local hace que miles de guatemaltecos huyan.

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