Mario Alberto Carrera

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Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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Mario Alberto Carrera
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¿Respeto por las instituciones, por el “Estado de Derecho”, presunción de inocencia y resguardo por el debido proceso? Esos derechos humanos sólo están escritos en la Constitución –y algunos ni siquiera claramente porque la misma fue hecha por encargo de la clase dominante– y son letra muerta cuando se trata de defender el statu quo, es decir, los privilegios de una clase que es propietaria del 90 por ciento de todo el territorio nacional, si no más. Me refiero a las tierras y los espacios que son explotables ya que, este país de un poco más de 108 mil km cuadrados, es puro barranco, siguanes y laderas tan tendidas que viene siendo nada a las horas de tener algunos terrenos utilizables.

Aquí los dueños del predio encomendero llamado Guatekafka (por las absurdas y paradojales historias de terror que cuenta entre otros Juan Carlos Monzón) llevan siglos implementando procedimientos que ya en la Alta Edad Media europea eran criticados por inhumanos, aunque no se soñara todavía en hablar de derechos humanos, que llegaron unos cinco siglos después a los países del norte de Europa y Francia y que aquí todavía desconocemos de cabo a rabo.

Esta panda de homicidas y explotadores inmisericordes –llamados entre ellos mismos “linaje” (¿?) “familias bien y de pro” o simplemente “las familias” –según don Ramón A. Salazar– siguen activando diversas maneras, versiones, artimañas y maniobras para seguir haciendo lo que se les da la maldita gana (y a veces clamando al Eterno en su favor) en el predio o hacienda que administran desde hace siglos, para que no cambie ni un ápice y siga siendo la Guatemala Inmutable del Capitán General Rafael Carrera, paradigma de los dictadores de América Hispana. Porque la neta/neta es que los días de Rafael Carrera (que no es mi pariente) siguen tan coleando como en 1850, con breves lapsos o interregnos (como el brevísimo de la Primavera Revolucionaria) y donde las viejas técnicas estilo CIACS –como se rebautizaron no hace mucho– siguen viviendo y reviviendo en los linajes y en el sentimiento de discriminación racial de los primeros conquistadores. Con la diferencia de que ¡ahora!, de cuando en vez –a “las familias”– se les van sumando esperpénticas colas castrenses –y de los cultores de la maldita corrupción e impunidad– que mutan cada tanto para fabricar una nueva mara de nuevos ricos, ahora muy bien articulados con el narcotráfico que está en todas las instituciones privadas o del Estado paria. Thelma Aldana e Iván Velásquez fueron asumiendo poco a poco (gracias a la Embajada, en la figura de Robinson, y en general del entonces Gobierno estadounidense) en la conciencia de “las familias”, el Ejército, cierta prensa méxico miamense y demás adláteres infernales, la imagen paradigmática de la ira de Dios (como Aguirre en otro sentido) quienes después de haber metido al calabozo a la Baldetti y a Tito Arias, había que moderar, modificar o ¡mejor aún!, exterminar “por peligrosos”.

A este punto es al que ¡hoy!, grotesca y groseramente ¡en sumo grado! se está llegando respecto de la lideresa –y ejemplar perseguidora del crimen– por parte de “las familias” (empeñadas en su aycinenismo discriminador y homicida desaparecedor) hacia doña Thelma Aldana. No les bastó con eliminarla de la contienda electoral comprando a parte del Tribunal Supremo Electoral y anulándole el finiquito que tenía perfectamente vigente (como lo dictaminó el Registro de Ciudadanos y lo razonó el voto de doña Ma. Eugenia Mijangos) sino que ahora se intenta definitivamente asesinarla –hecho que ya la DEA lo había advertido– pero en estos momentos persiguiéndola ¡internacionalmente! seguramente para traerla a Guatemala y acabar con su vida asesinándola en una cárcel como a tantos ejecutados extrajudicialmente.

Porque ¡el gran temor ahora de las dos derechas!, es que vuelva a presentarse como candidata en 2023 y siga siendo ¡mientras tanto!, la gran lideresa que es.

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