Sin decir ni pío sobre Mario Estrada ni, mucho menos, de sus vínculos con el presidente Jimmy Morales, la Fiscal General ofreció una conferencia de prensa para atacar a su antecesora Thelma Aldana por “dañar la credibilidad” de una institución como el Ministerio Público, asegurando que nuevamente la va a investigar por los directos señalamientos que hizo, acción que sin duda realizará con la misma diligencia que mostró en el único caso que hizo avanzar con prontitud que fue, justamente, el que ordenó armar a la carrera contra la misma Aldana.

La Fiscal General ha sido muy eficiente para vigilar pero las investigaciones que ella misma ha anunciado duermen, todas, el sueño de los justos. Ella dijo que el MP investigaría la responsabilidad de funcionarios en las muertes del Volcán de Fuego por no alertar a las víctimas, caso que ya quedó en el olvido; anunció que investigaría el uso impropio de los Jeeps J8 al rodear a la CICIG y algunas embajadas en gesto intimidatorio, sin que a la fecha haya resultado; en octubre del año pasado afirmó que investigaría nombramientos ilegales realizados en el MP, con el mismo resultado; cuando Vielman denunció a los testigos ofrecidos en el proceso en su contra como falsos y el sector empresarial hizo presión, la Fiscal dijo que iniciaría una investigación cuyos frutos nadie conoce; anunció con bombos y platillos que investigaría a Cash Luna por las sindicaciones que una investigación periodística de Univisión hizo al vincularlo con la narcotraficante Marllory Chacón y, por supuesto, nada se ha avanzado.
Idénticos resultados hay sobre su ofrecimiento a la opinión pública sobre investigaciones sobre cómo obtuvo sus antecedentes policíacos Sammy Morales, las indemnizaciones ilegales pagadas por la Junta Directiva del Congreso de la República y por los cheques que en tiempos de campaña recibió la esposa del presidente Morales.

Pero, en contrapartida, fue muy eficiente para armar el proceso contra Aldana en el que se obtuvo una orden de captura “express” justo cuando estaba en marcha el plan para asesinarla, lo que hubiera ocurrido fácilmente en prisión. Paralelamente, fue eficiente para entrampar la denuncia contra Sandra Torres de manera que fuera presentada cuando ya gozaba de inmunidad que le aseguraba impunidad.

Se ve, pues, que la señora Consuelo Porras es, además de vigilante, selectiva para mostrar aires con remolino y llama la atención que sean las acusaciones contra su antecesora las únicas en los que se mueve a velocidad de rayo, en contraste con el resto de casos de relevancia a los que ella misma se ha referido.

Redacción La Hora

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