Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

He dicho que hoy la derecha en Latinoamérica ha dejado de asesinar a líderes que le resultan amenazantes. Basta con inventarles una causa judicial, descalificarlos para participar en elecciones y eventualmente meterlos en la cárcel. Es lo que hemos observado con Dilma Rousseff, Lula da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecuador y Thelma Aldana en Guatemala. Lo hicieron también con Gustavo Petro en Colombia y lo han intentado hacer con Cristina Fernández en Argentina. Probablemente esto sea cierta con la izquierda o el progresismo que está participando en luchas electorales. Pero como me lo han hecho ver algunos lectores y lectoras, esto no necesariamente es cierto en el caso de la izquierda que está involucrada con las luchas sociales, las que tienen que ver con los derechos humanos y los derechos ambientales. Con los luchadores sociales que diariamente se enfrentan a los grandes proyectos mineros e hidroeléctricos y el extractivismo en general. Exentos de la notoriedad de las grandes figuras políticas, aun los que sí lo son como Bertha Cáceres en Honduras, estos luchadores sociales son sumamente vulnerables y a menudo son asesinados por los sicarios de los intereses que ellos y ellas tocan con sus luchas.

En la madrugada del martes 9 de abril de 2019, me enteré con pesar del asesinato de Leonel Nájera, activista del Comité de Desarrollo Campesino (Codeca) e impulsor del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP). Fue asesinado a balazos en la carretera que conduce a La Libertad, departamento de Petén. Además de impulsar al partido que impulsa el binomio presidencial constituido por la líder indígena Thelma Cabrera y el dirigente social Neftalí López, Leonel era activo en el apoyo a “la resistencia”. Así llaman en Codeca a la lucha contra las tarifas abusivas de electricidad que cobra Energuate, pantalla de las transnacionales dueñas de la energía eléctrica del país. Con el asesinato de Leonel, suman 9 los dirigentes de Codeca y MLP que han sido ejecutados desde 2018. Hoy Codeca se encuentra en la mira porque ha unido su lucha social a la lucha política que realiza a través del MLP.

Codeca es una naciente pero pujante fuerza social camino a ser fuerza política. Es una organización ampliamente representativa de hombres y mujeres de manos encallecidas y rostros curtidos por el sol. Representa la fuerza plebeya y a los condenados de la tierra en Guatemala. El Programa General y Plan de Gobierno del MLP contempla cambios estructurales con un espíritu antioligárquico, busca instaurar el buen vivir para todos y para todas. Su objetivo estratégico es una Asamblea Constituyente Popular y Multinacional y “la democratización del capitalismo local” y combate a la corrupción. El programa que ahora enarbola incluye la recuperación de los servicios y bienes del Estado y reformas económicas, políticas, ambientales, jurídicas, seguridad, educativas e interculturales.

Codeca-MPL enfrenta a los intereses del capital lícito e ilícito afectado por sus reivindicaciones. Llamo a los hombres y mujeres de bien a no ser indiferentes ante la feroz ofensiva que sufre.

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