Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Entendiendo que “mal de muchos es consuelo de tontos”, no deja de llamar la atención que con o sin ingredientes ideológicos, la polarización se vive en distintas sociedades. Hoy, en el Congreso de Estados Unidos rendirá declaración pública Michael Cohen, el abogado personal de Donald Trump a cargo de apachar clavos durante muchos años y, al margen de lo que pueda declarar, se nota ya que los bandos están claramente definidos y que, diga lo que diga, nadie se moverá ni un ápice en las posiciones ya asumidas.

Para los simpatizantes de Trump la comparecencia a dar testimonio en el Congreso es una pieza más dentro de lo que consideran una cacería de brujas en contra del Presidente y descalifican a Cohen porque ya está condenado penalmente por mentiroso, lo que según ellos le quita toda credibilidad. Los adversarios, en cambio, dicen que Cohen no se podrá exponer a pasar más de los tres años de prisión a los que ya fue sentenciado y que en esta ocasión va a soltar toda la sopa sobre las actividades que realizó como el abogado de confianza del magnate, del candidato y del presidente Trump.

En Estados Unidos, donde se hacen mediciones de la opinión pública constantemente, está definido un segmento de la población de alrededor de 35 por ciento que apoyan a Trump haga lo que haga y diga lo que diga. Esa gente no va a variar en absoluto su posicionamiento político a pesar de lo que pueda afirmar el abogado hoy en su declaración pública sobre la relación estrecha y prolongada que mantuvieron. Es más, de entrada y antes de escuchar lo que va a decir, ya proliferan las descalificaciones que van desde la afirmación de la misma portavoz de la Casa Blanca que reitera que Cohen es un mentiroso, hasta el ataque directo como el que ayer expresó un miembro de la Cámara de Representantes que le preguntó vía las redes sociales si su esposa y su suegro sabían de sus infidelidades.

Por el lado de los demócratas también tienen posturas rígidas y sostienen que si Cohen es mentiroso, mayor es el repertorio de mentiras del mismo presidente Trump a quien hasta le llevan la cuenta para establecer las miles de mentiras que ha dicho desde que entró a la Casa Blanca. Y esperan que hoy se destape una olla de grillos que comparan con las declaraciones de John Dean en el caso Watergate y las de Oliver North en el caso Irán Contras.

A ello se suma la división existente por la declaración de Estado de Emergencia que hizo el Presidente por el tema del muro, en la que no se ve la menor posibilidad de alcanzar acuerdos mínimos.

Viendo ese panorama entiendo la enorme dificultad que hay en nuestro país para alcanzar acuerdos mínimos que nos permitan algún consenso para enderezar el rumbo de Guatemala. Admiro a los que trabajan en busca de esos mínimos porque, aquí como allá, las divisiones son profundas y la posibilidad de acuerdos parece muy remota, puesto que hemos retrocedido a los tiempos de la Primera Guerra Mundial, cuando cada quien se metía a su trinchera sin moverse ni un metro de sus férreas posiciones.

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