Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El presidente Jimmy Morales sigue dando peligrosas muestras de su nivel de desesperación, pero a la vez nos está enseñando a los guatemaltecos que no está dispuesto a sujetarse a lo que resuelva la Corte de Constitucionalidad (CC). A cualquiera puede no gustarle lo que diga la CC como a cualquiera puede no parecerle que Morales está apto para ejercer el poder, pero eso por sí solo no es motivo para desbancar ni a uno, ni a otro.

Al Presidente le preocupan las consecuencias de lo que implique no obedecer a la CC (más otros elotes ya comidos y encaminados conforme el debido proceso) y por eso le han planteado que necesitaba que alguien presentara una denuncia penal en contra de los magistrados para pretender justificar sus ilegalidades. Y como el Estado está a su servicio personal, pues usó a la PGN para atender su capricho/pena. Tanto que han hablado del “debido proceso” pero se terminan mostrando como lo que son y querrán usar esta estéril denuncia para justificar la subida de tono del asalto al Estado de Derecho.

Hay que advertir que esto es solo una luz más de las tantas que hemos tenido para poder decir que este curso no terminará bien, porque aquí con tal de salvarse (así como Chávez tuvo sus excusas y Maduro las sigue teniendo) están dispuestos a todo porque se han metido en la cabeza que esto es un todo o nada y que ellos no serán “los perdedores” en esta fase de la historia del país. Seguimos, con velocidad, recorriendo el camino al desbaratamiento de nuestras instituciones y al rompimiento del Estado de Derecho.

Han decidido acoger la tesis que aplicar la ley es cualquier cosa menos lo que corresponde y por eso es significativo el juicio de Igor Bitkov porque a pesar de lo que hizo y fue reconocido por él, haciendo la salvedad que pensó que las autoridades guatemaltecas eran parte de la trama ilegal, están usando la carta de que todo es una persecución montada (en este caso es el Gobierno de Putin) y analizar ese caso nos permitirá entender los planes futuros de cientos de sindicados.

Solo como recordatorio, es bueno mencionar que en ese caso los sindicados actuaron al revés, pues en lugar de pedir primero el refugio o el asilo, compraron las falsas identidades y luego, acorralados por la justicia, pidieron refugio que fue negado por el Gobierno de Morales porque no encontró razones suficientes para considerarlos merecedores de tal medida. Ahora son una herramienta más del ataque en busca de impunidad.

Y es imposible dejar de concatenar todo lo anterior a la situación que vive ahora Nicaragua y que nos ha hecho poner barbas en remojo. No olviden que los empresarios de allá dijeron que podían sacrificar uno de estos: el Estado de Derecho, la falta de democracia y la elección de algunos socios internacionales (según la exembajadora de EE. UU.) y miren a lo que han llegado.

Alentaron a un dictador que se supo disfrazar y dar lo que le pedían algunos sectores de poder para maniatarlos ante su maquiavélico plan. Ahora hay muchos que se lamentan, pero ya es demasiado tarde, mucha sangre derramada, instituciones deshechas, una democracia lapidada, un éxodo forzado a miles que buscaron sobrevivir, una economía moribunda y un futuro robado a las nuevas generaciones.

A eso se enfrenta Guatemala: o se apoya una vuelta al pasado de las dictaduras (está más compleja e integral que las pasadas) o se fuerza la necesidad que nos pongamos de acuerdo para no seguir cayendo en el hoyo que es más grande que el que se hizo en la zona 6, Barrio San Antonio.

Para salir de esto necesitamos acordar las reformas mínimas que se requieren para que el Estado funcione libre de la cooptación, para que el bueno no se la vea a palitos, para que al niño no lo mate el hambre o la desesperanza y para que el honrado no sea el malo o el bruto de la película.

De nosotros depende elegir los mínimos sobre la cultura del miedo, la ilegalidad y el autoritarismo.

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