Creemos, por principio, que nuestro sistema de partidos políticos está viciado y que de forma maliciosa se le ha mantenido así porque en la medida en que no existan verdaderos partidos sino apenas remedos de lo que deben ser esos instrumentos de intermediación política el verdadero poder puede mantener su imperio. Es más, ni siquiera llegan a ser grupos electoreros sino que simplemente son partidos empresa a los que se les sacan altos rendimientos económicos que generalmente van para beneficio de los dueños de las entidades que debieran ser realmente objeto del derecho público, pero funcionan como patrimonio del derecho privado.

La proliferación de partidos tampoco es solución porque generalmente los que van surgiendo vienen a ocupar los espacios que dejan los que van desapareciendo como parte de su curso natural por la falta de identificación con ningún sector de la población más que el del gran capital que sabe dónde y cuánto invertir para no perder su control hegemónico del país.

Sin embargo, cuando surge un partido político nuevo que se enfrenta a la feroz oposición de la vieja política, tiene uno que pensar que por algo es que les causa tanto espanto y temor. No conocemos mucho del movimiento Semilla, pero basta con ver la maliciosa necedad de la UNE para impedir su inscripción para que se tenga que pensar por qué será que les causa tanta preocupación a los más visibles exponentes de la vieja y detestable política que ha regado a sus engendros por todo el espectro electoral.

Ahora impugnaron la resolución que a regañadientes había tomado el director del Registro, Leopoldo Guerra, agobiado por las críticas que se formularon y que tuvieron énfasis en señalar su oscuro pasado como defensor de tenebrosos personajes. Y es el mismo Guerra quien ahora, al darle trámite al recurso presentado por los discípulos de Sandra Torres, dice que lo que puede interrumpir la inscripción del partido es una resolución en tal sentido del TSE o un amparo que se presente ante algún juzgado o sala de apelaciones en el país.

En otras palabras, quizá sabiendo de la incapacidad del Secretario de la UNE, es el mismo Guerra quien les marca la ruta que deben seguir para lograr el objetivo, aparentemente común, de que no sea inscrito el nuevo partido político.

La necedad de la UNE se explica, tal y como decimos arriba, porque no quieren que haya nada que los evidencie como el grupo politiquero que son y de esa cuenta cualquiera que tenga atisbos de decencia será objetado.

Redacción La Hora

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