Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Tal y como lo describió tan bien la anterior embajadora de Estados Unidos en Nicaragua, Laura Dogu, el empresariado de ese país fue un puntal de apoyo para la dictadura de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, llegando al colmo de aconsejar a la diplomática que se hiciera de la vista gorda de ciertas cosas que ocurrían en temas de transparencia y derechos humanos porque “la economía marchaba bien” y eso era para ellos más que suficiente, como ocurre en muchos lugares del mundo donde apechugan con lo que sea, siempre y cuando haya espacio para incrementar ganancias.

Pues bien, ahora se reporta que el Consejo Superior de la Empresa Privada, el Cosep que se equipara al CACIF de Guatemala, ha zafado la varita al gobierno de Ortega luego de haberlo apoyado prácticamente hasta el final sobre esa tesis pragmática de que mientras ellos pudieran hacer buenos negocios y mantener sus privilegios, poco importaban los desmanes del autoritario y corrupto régimen.

Y es que cuando lo que prevalece es el derecho de la nariz y la ambición por mantener o amasar fortunas, todos los otros valores que puedan parecer importantes se van al cesto de la basura, como ocurrió en Nicaragua y como está ocurriendo en Guatemala, donde el mismo tipo de alianza que mantuvieron los miembros de la cúpula empresarial con Ortega y sus huestes mantienen sus pares aquí con Morales y el Pacto de Corruptos que está afanado por consolidar la dictadura de la corrupción que, no es casualidad, tantos réditos significa para alguna gente.

Los empresarios más pujantes y serios saben que en medio de la corrupción no se puede generar una economía realmente productiva porque los recursos son mal utilizados y se castigan los servicios básicos y al consumidor. Pero los empresarios obtusos, como los nicas, no tuvieron empacho de pedirle a la Embajadora de Estados Unidos que se hiciera la babosa ante los desmanes del gobierno porque ellos estaban ganando buena plata y la economía estaba siendo muy rentable, tanto para ellos como para la camarilla de quienes han venido gobernando a ese país que tanto luchó para derrocar a la dictadura de los Somoza para ir a parar con que algunos líderes sandinistas, de esos que dirigieron la lucha por la democracia, resultaran iguales o acaso peores que Tacho y su descendencia.

Aquí también llegará el día, cuando se sienta el aislamiento que provocará sin duda alguna el retroceso en la lucha contra la corrupción, en que los equivalentes del Cosep darán marcha atrás y abandonarán a Morales, su ahora íntimo pelele, y al resto de los integrantes del Pacto de Corruptos. Y será entonces cuando, como en la Instancia Nacional del Consenso tras la caída de Serrano, querrán no sólo sumarse a la ola ciudadana sino neutralizarla para su propio beneficio.

Ojalá la sociedad nica entienda que los del Cosep están abandonando como ratas un barco que les rindió muchos frutos y que ahora no pueden aspirar a dirigir el movimiento social contra la dictadura.

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