Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Hoy el New York Times publica una nota sobre las razones que llevaron al abogado Michael D. Cohen a declararse culpable sin negociar algún tipo de indulto o rebaja de pena tras la investigación sobre las relaciones entre el entonces candidato Donald Trump y Rusia y dice que el abogado llegó a la conclusión (traducción libre) “que su vida fue totalmente destrozada por su relación con el señor Trump y por sus propios actos y que para enderezarla necesita acelerar el proceso confesando rápidamente sus crímenes y cumpliendo la condena que le corresponda, según dijeron sus amigos y asociados, y consta en documentos relacionados con el caso”.

Cohen ha sido vilipendiado por el presidente Trump en sus mensajes a las redes sociales y dice que sus crímenes no tienen nada que ver con la relación que mantuvieron durante muchos años, pero lo que no puede decir es que lo haya “traicionado” en busca de beneficios para evadir las consecuencias de sus actos, porque el punto de partida está en que decidió hacer una confesión amplia y total sin haber intentado negociar con el Fiscal Especial Mueller algún tipo de arreglo para evitar una condena.

Yo siempre he creído que todos estamos expuestos a cometer errores, equivocaciones y hasta acciones que violen la ley por diversas circunstancias en la vida, pero que lo importante es tener la entereza de dar la cara y asumir las responsabilidades que vengan como consecuencia de los actos. Lo inaceptable es mantenerse en la negación y la mentira para mantener la imagen de niño vestido de primera comunión aunque en su fuero interno sepa y reconozcan lo que se ha hecho. Cohen fue el hombre de confianza de Trump para muchas cosas aún del aspecto más íntimo, como fueron los arreglos para comprar el silencio de las mujeres con las que el entonces magnate y ahora Presidente tuvo relaciones. Obviamente eso indica cuál era el nivel de confianza existente y por qué Cohen estaba tan enterado de lo que ocurría en el entorno del polémico personaje.

Y por supuesto que cuando hizo lo que hizo no actuó correctamente sino que se comportó como un abogado de pocos escrúpulos negociando, entre otras cosas, lo que fuera necesario para mantener en secreto las cochinadas de su cliente y amigo. Pero llegado el momento de enfrentar la realidad, tuvo la entereza de, sin negociar beneficios que pudo haber buscado perfectamente dentro del sistema judicial de Estados Unidos, asumir los hechos, confesarlos y a partir de allí proponerse emprender un nuevo rumbo en su vida.

Cuánta gente no vemos nosotros moviéndose como si nada en los más altos círculos sociales sabiendo que son los promotores y causantes de ese descalabro que vive Guatemala por la enorme y descarada corrupción. Y aunque en su fuero interno saben que el país va por un rumbo insostenible, no están dispuestos a asumir sus responsabilidades y ayudar a que el país cambie porque jamás tendrán la entereza de dar la cara y solapándose en la mentira pretender por lo menos prolongar por un tiempo el modelo corrupto, aun sabiendo que termina siendo insostenible.

Pero el ejemplo de Cohen es de los que, para algunos, nunca calan.

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