Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Hace unos días hacía referencia a un discurso de la exe mbajadora de los Estados Unidos en Nicaragua, Laura Dogu, quien pronunció unas palabras previo a subirse al avión que la llevó de regreso a su país al terminar su periodo de servicio en el país centroamericano.

En aquel momento destaqué lo que dijo en torno a que ella se dio cuenta que la comunidad empresarial de Nicaragua estuvo dispuesta a sacrificar alguno (o varios) de estos tres temas: el Estado de Derecho, el fortalecimiento de la democracia y la elección de sus socios internacionales porque en su país no se “vivía” violencia como en otros de Centroamérica. Hoy, la realidad de los nicaragüenses hace evidente la mala decisión que significa sacrificar cosas elementales.

En Guatemala, como en el mundo, hay quienes buscan las maneras de estar pegados al poder y muchas veces lo hacen con el afán de mantener resguardados sus intereses personales buscando que estos tengan una prioridad sobre los intereses colectivos. Eso pasa aquí y en China y así se desarrolla la relación entre los particulares y quienes ostentan el poder y en algunos países eso se ha regulado para generar un marco de legalidad.

Todos los ciudadanos necesitamos de las aduanas, sin duda, puesto que todos en una sociedad nos vemos beneficiados o impactados de la balanza comercial y aunque usted sienta que no exporta o importa nada de manera directa y que por ende el tema no le afecta, esa no es la realidad.

Pero hay dentro de la misma sociedad personas más interesadas en el tema y por naturaleza humana quienes son usuarios directos de los servicios que el Estado presta a los contribuyentes están más pendientes y es por eso que muchos de los empresarios organizados siempre tienen en mente el tema de las aduanas.

Y ahora, al ver la cercanía que algunos de ellos mantienen con el Gobierno porque los une la animadversión a las investigaciones y los procesos judiciales, me pregunto por qué será que no se aprovecha el acceso y la influencia para un tema como ese, que no solo les y nos afecta, sino que además es un lastre para el futuro del país.

Hace unos días se logró abordar un mecanismo para el tema de la devolución del crédito fiscal (otra presa de la corrupción y el tráfico de influencias) y me pregunto por qué no lograr lo mismo, para que el Gobierno lidere una discusión nacional en torno al tema, en donde la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) juegue su papel fundamental en la resolución de un enorme problema.

El caso de La Línea, como lo fue el caso Moreno en su momento, permitió evidenciar una parte de los vicios que afectan un componente fundamental en el desarrollo económico y no dejo de pensar en las palabras de la exembajadora Laura Dogu, porque no quisiera pensar que han estado dispuestos a convivir con los vicios, con las mafias que extorsionan y con el calvario que viven aquellos que están a merced del criterio de algunas personas que todo lo pueden arreglar con unas “módicas” mordidas, con tal de no afectar los accesos al poder.

Siempre he pensado que todo aquel que tiene acceso a las esferas del poder debe procurar usarlo para incidir de manera positiva en las cosas que como país nos benefician a todos y creo que bien harían en usar, la cada vez más estrecha cercanía al poder para que Guatemala debata a profundidad el problema de las aduanas.

Ya va siendo La Hora de tener las discusiones que nos ayuden a cambiar este país.

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