Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Esta semana publicamos en La Hora el discurso de la exembajadora de los Estados Unidos en Nicaragua, la señora Laura Dogu, y me llamó mucho la atención porque he sostenido que lo que está viviendo Nicaragua es nuestro espejo y se ha convertido en una realidad que no deseamos ver.

En la página oficial de la Embajada de aquel país se publicó, el 29 de octubre, el discurso que la entonces jefa de la misión diplomática dio en la Amcham de aquel país y la verdad es que todo lo expresado es una joya que vale la pena leer, pero hay partes que son más importantes porque pareciera que ella se estuviera refiriendo a la realidad de Guatemala.

“En marzo, di un discurso sobre el “Camino al 2030″ en el que dije que el futuro de Nicaragua es incierto debido a la falta de un Estado de Derecho, la falta de democracia, y la elección de ciertos socios internacionales. Antes de abril, cuando hablaba de estos temas, la comunidad empresarial me decía con frecuencia que podían sacrificar algunos de estos derechos fundamentales porque Nicaragua no estaba en guerra, ni sufría la violencia de los países del Triángulo Norte.

La comunidad empresarial valoraban más la estabilidad que la sostenibilidad. Creían que el crecimiento económico traería oportunidades. Pero cuando viajé por Nicaragua y me reuní con pequeños agricultores, jóvenes empresarios, estudiantes, mujeres líderes, comunidades indígenas y tantos otros, escuché algo diferente. Estos nicaragüenses soñaban con un país justo con oportunidades económicas para todos. Donde la corrupción y la identidad política no limitaran las oportunidades a solo unos pocos. Ahora está claro que la gran mayoría de los nicaragüenses ya no aceptarán más la corrupción de los funcionarios gubernamentales o de las empresas privadas y que ya no confían en las instituciones del gobierno. Quieren un país que proteja sus derechos y quieren elecciones libres, justas y transparentes. Lo que entienden es que la prosperidad, la seguridad y la democracia sólo pueden funcionar bien cuando todas se complementan”.

Y digo que pareciera que fuera nuestra realidad porque buena parte de la comunidad empresarial de este país también han estado dispuestos a sacrificar la sostenibilidad por una falsa estabilidad, que en el caso chapín, pasa por el cese de las preocupaciones de todos aquellos que han tenido que empezar a enfrentar a la justicia, tienen el miedo de que pronto los toque o no desean vivir pensando cuándo será el día en que el brazo de la justicia llame a la puerta.

En Nicaragua decían que estaban dispuestos a sacrificar el Estado de Derecho, la democracia o la elección de ciertos socios internacionales y lo mismo ocurre aquí. En Guatemala han sacrificado el Estado de Derecho porque alientan que el Gobierno no acate a la Corte de Constitucionalidad (CC) a pesar que han hablado de la certeza jurídica como una letanía y ello sin contar la oposición a la reforma al Sector Justicia, aún sin derecho indígena.

Están dispuestos a sacrificar la democracia y por ello pactaron para que las leyes de financiamiento, no solo les procuraran impunidad, sino les permitieran seguir haciendo a futuro lo que han logrado en el pasado y en el tema de socios internacionales, no hicieron mucho puchero cuando el Gobierno insinuó irse con China porque con eso presionaban a Estados Unidos, al que le resienten su apoyo a la CICIG. El tema de China no debe ser objeto de chantaje de nadie.

Basta ver la realidad de Nicaragua para ver nuestro futuro y los que se escandalizan por lo que pasa en el reducto de Daniel Ortega es bueno que vayan materializando un drástico cambio de actitud, porque convivir sin Estado de Derecho, democracia y una buena política exterior nos ha ocasionado una patética realidad.

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