Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

post author

Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

El empobrecimiento es una estrategia de dominación. Vivimos el día a día sumidos en un contexto de violencias provocadas, para que tengamos la sensación de que nada tiene solución, o que todo lo contrario, creamos que el sistema político y económico se puede transformar por sí mismo para bienestar de las mayorías empobrecidas, lo cual es una completa farsa porque los ricos no están, no han estado ni estarán dispuestos a ceder el poder.

Poco o nada bueno podemos esperar de las próximas elecciones, parece que las cartas ya se han tirado y el discurso de la nueva política no es más que eso, un discurso, para que todo siga igual o peor. Este escenario se ha construido para que terminemos convencidos de que la corrupción es el problema principal del que emergen todos nuestros males, de esta manera se busca legitimar lo que se viene, que es más de lo mismo para los pobres, sólo que con rostros cuyos perfiles se han sido posicionados como “honestos”; un contexto muy similar al que se provocó en las últimas elecciones con lo de “ni corrupto, ni ladrón”.

Este empobrecimiento también reduce nuestra capacidad de interrelacionar la historia, los procesos y las coyunturas por lo que solemos parcializar o sesgar la realidad de forma que no podamos comprender la relación entre los problemas estructurales como el racismo, el clasismo y el patriarcado que se alimentan entre sí y que hacen la vida de algunas y algunos más vulnerable que la de otros. Percibimos y pensamos de esta misma manera al sistema, es por esto que seguimos insistiendo en reformas o leyes en lugar de destruirlo para construir otra forma de hacer política y gobierno.

Este proceso de dominación provoca que esperemos de los dominadores nuestra liberación. El colonialismo hace que hasta nos esforcemos por quedar bien y simpatizarles a quienes nos tienen pisoteados y con la bota encima. El adoctrinamiento nos entra hasta por los poros y toda la institucionalidad colabora en este proceso. No es que estemos mal hasta ahorita, es que ya son siglos de estar pagando con nuestras vidas y con nuestro trabajo los lujos de otros, cuyo nivel de vida es a costa de nuestro bienestar, es a estos a quienes no les conviene que los pueblos nos levantemos, pues somos quienes generamos su riqueza.

No es que algunas cosas estén mal, es que todo el sistema está mal y no sirve para las necesidades de los pueblos. Tampoco podremos desmontar este sistema desde sus propias reglas o desde adentro como nos repiten una y otra vez, el tiempo (la historia) es prueba de esto. Las personas huyen de este país todos los días a todas horas y esto no se detendrá mientras sigamos siendo dependientes. Nos amordazan desde que empezamos a crecer y para esto no ha habido necesidad de ley porque para ello ha servido la educación, la religión y otros.

La mordaza no la tenemos sólo en la boca y por ello necesitamos despertar.

Artículo anteriorYo no me callo: bazofias
Artículo siguiente¿Estaba hablando de GT la Embajadora de EE. UU. en Nicaragua?