Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Es innegable que a nuestro Presidente le falta una tuerca y que necesita ciertos ajustes en su vida.  El paciente no lo sabe o quizá se escude en defensa propia al considerar una maniobra más de la malévola oposición política que lo quiere tras las rejas.  Y sí, algo de eso hay también, pero eso no quita que necesite algunas sesiones de terapéutica psiquiátrica.

No se dijera si no es que porque quizá sin darse cuenta contribuye a que lo veamos desorientado.  Y no lo digo por la manía de mentir que es un atributo de los politicastros de nuestro espacio público, sino por eso, por ejemplo, de sentirse militar de altos vuelos.  Sus frecuentes disfraces de comandante en jefe, marchar o fingir encarnar a Napoleón Bonaparte.

Ya me dirán que no hace ningún disparate porque es efectivamente el jefe de las Fuerzas Armadas.  Cierto, pero ante todo es un ciudadano raso, civil y de la llanura, Presidente sin galones, formación militar ni lejanamente estratega de guerra.  Es, ante todo, el dignatario llamado a unir a los guatemaltecos para la realización de un proyecto de Estado para el bien de la ciudadanía.

Comprendemos su afinidad, inclinaciones, historias personales y más accidentes de su escabrosa personalidad, pero debe anteponerlo a su oficio de gobernante de la nación. Debe ponerse serio y comprometerse en ser el máximo líder capaz de gestionar el Estado.  Si no puede, al menos debería fingirlo, en virtud de su trayectoria actoral en el mundo de la televisión.

Sin embargo, nada de ello sucede.  Y eso es lo preocupante.  Ahora podemos especular.  ¿Quizá tenga una estructura frágil, ahora en crisis, por circunstancias que lo superan?  ¿Las aguas salieron de su cauce por carencia de habilidades emocionales? ¿Se refugia en el alcohol? ¿Tiene problemas de personalidad?  No lo sabemos… quizá tenga que someterse a un tratamiento profesional.

De lo que sí estamos seguros es de su mirada perdida, su aparente esquizofrenia, sus disfraces, inclinación a la fantasía y poses de hombre aparentemente sedado.  Sin olvidar su obsesión por la CICIG y sus sueños recurrentes (de esto no estamos seguros) en los que aparece Iván Velásquez.  ¿Disparates?  Si solo fuera mis conjeturas, sí, pero ya es una sospecha generalizada y desbordante.

El Presidente no debe sentirse solo, todos de algunas maneras tenemos desajustes y necesitamos apoyo.  Tendría que aprovechar la ocasión para, con desapasionamiento, preguntarle a alguien que lo quiera de verdad (no a sus ministros Sandra Jovel ni Enrique Degenhart porque están iguales) si mira visos de sensatez en el ruido que anuncia sus desequilibrios mentales.  Nada pasa, no es nada del otro mundo.  Se hace y nos hace un favor a todos los guatemaltecos.

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