Supuestamente la determinación de sacar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala no es por el conflicto de interés de un Presidente investigado por corrupción y financiamiento ilícito sino por “principio de soberanía” y defensa de la dignidad nacional ante la presencia de una comisión extranjera, aunque solicitada por Guatemala, que vino a desnudar la existencia de aparatos clandestinos incrustados en ese Estado carcomido por la corrupción.

Sin embargo, el Presidente se ha puesto de alfombra y de perro faldero de Donald Trump y de Benjamin Netanyahu con tal de lograr su cometido de sacar a quienes lo evidenciaron como corrupto y ladrón, demostrando la falsedad de su lema de campaña porque ocultó deliberadamente el financiamiento ilícito recibido de los dueños del país, acto corrupto, y recibió un sobresueldo ilegal del Ejército, que lo pinta cual ladrón de los fondos a los que no tiene derecho.

¿Cómo es que alegando soberanía llega a lloriquear a Washington para que le hagan el favor de resolverle sus problemas? Quien defiende la dignidad de su pueblo y su ejercicio soberano frente a otros Estados no necesita andar pagando cabildeo como lo ha hecho este gobierno para abrir las puertas que necesita para que sea desde la capital del imperio donde les resuelvan los problemas causados por su falta de ética, decencia y moral. Con qué derecho pueden hablar de soberanía quienes han permitido que equipos completos de espionaje sean enviados desde Israel para preparar la guerra sucia contra los adversarios del régimen.

No olvidemos que Israel fue actor de primer orden en el período sangriento de nuestro conflicto armado, porque se recurrió a ellos para suplir la ausencia de Estados Unidos que, ante los abusos y violaciones de derechos humanos, se vio en la necesidad de suspender la ayuda militar a Guatemala. Y fue entonces cuando Israel y Taiwán ejercieron como sustitutos para armar y asesorar a nuestras fuerzas armadas en esa que, genocidio o no, fue sin duda una de las guerras más sucias de las que se pueda escribir historia, por la forma en que fueron eliminados indiscriminadamente todos los que parecieron sospechosos luego de pasar los filtros de inteligencia coordinados por los judíos, esos mismos que ahora parecen identificar igual que antaño sin presunción de inocencia, por supuesto, a los vistos como miembros de ISIS.

Hablar de soberanía en las Naciones Unidas y pintarse como lloricón pedigüeño frente a Pence, porque para Trump la región importa tan poco, resulta un contrasentido absoluto, que no extraña porque vivimos con un gobierno que, de pies a cabeza, es otro contrasentido.

Redacción La Hora

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