Douglas Abadía

douglas.abadia@gmail.com

Politólogo, asesor y consultor político, miembro de Analistas Independientes de Guatemala, Docente Universitario.

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Lic. Douglas Abadía
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Nuestra Guatemala está que ya no aguanta, los embates de la violencia, los altos niveles de desnutrición crónica y aguda en los infantes chapines, los motines en las correccionales para menores, el impacto ambiental al que nos enfrentamos diariamente; pero especialmente causa revuelo el analizar los perfiles de los asesores que trabajan en los diferentes poderes del Estado.

Muchos nos hemos formado en las ciencias sociales y otras disciplinas para poder aspirar a asesorar a alto nivel o para dirigir la cosa pública (meritocracia), lamentablemente los técnicos, especialistas y demás profesionales con conocimiento científico somos desplazados por poderes ocultos que manipulan y mangonean al asesorado (puede ser secretario, ministro, viceministro, etc.)

A lo largo de nuestra historia política hemos sido testigos del nombramiento entre amigos, compadres y demás oportunistas que logran filtrarse en las altas esferas del poder público para convertirse en asesores; el denominador común es que no poseen, en su mayoría, los estudios o calidades mínimas para asesorar en un tema determinado, por lo regular son personas que asesoran pero en las mañas, estrategias y tips para satisfacer sus intereses y no los del pueblo.

La política tradicional en Guatemala ha sido manejada por los asesores, son quienes elaboran estrategias para lograr satisfacer sus intereses y sacar la tarea de sus patrones, en el caso actual de Guatemala ningún funcionario de alto nivel se imaginó que serían cuestionados hasta la saciedad, citados en el Congreso, monitoreados por los medios de comunicación, etc.; eso evidencia que sin un departamento de comunicación social los altos funcionarios no sabrían ni qué decir respecto a la dirección de sus carteras pues tenemos unos perfiles de terror y pánico.

Finalmente, en el mundo de los asesores es muy fácil ser adulado, culebreado, pues los demás compañeros de la institución saben que un asesor está cercano al ungido de poder y pues los chaquetean hasta no más poder. Es un mundo banal, superficial y sobre todo material en exceso; pues no creo que con Q20 mil mensuales puedan costear carros de lujo, casas en sectores exclusivos, invitaciones a fiestas entre otros excesos propios de las mieles de la administración pública guatemalteca; lo más espeluznante es que por lo regular están contratados bajo el renglón 029 o 189, lo cual no implica ninguna fiscalización posterior acerca de sus labores y proceder; este fenómeno nos lleva a reflexionar a nivel filosófico político el por qué al terminar su luna de miel (gestión gubernamental) empiezan los jalones de pelo y las enemistades pues el representante legal de un ministerio, por ejemplo, es el ministro y es a él como máxima autoridad donde recaerán todas las anomalías de su gestión.

La reflexión radica en seleccionar a personas idóneas, que valgan los honorarios devengados mensualmente que paga el Estado de Guatemala, que tengan conocimientos en el manejo de la cosa pública según su expertis; nuestra Guatemala ya no soportará más excesos por parte de pequeñas cúpulas o roscas de poder que se alojan como sanguijuelas para chupar y mamar del erario público y sobre todo sin resultados traducidos en mejoras para la población; sugiero que los asesores de alto nivel sean fiscalizados al igual que sus jefes, pues si no cada vez este fenómeno nos atrapará y ahogará hasta matarnos como sociedad mientras los famosos y dichosos asesores andarán saber en qué latitud terrestre disfrutando de las mieles de su “labor”.

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