Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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El reclamo salarial de los médicos en el Sistema de Salud guatemalteco es un tema recurrente porque estamos frente a un problema que nunca ha sido resuelto y que demanda atención sensata. Como bien se ha dicho, no es posible ni justo que mediante arreglos espurios se celebren pactos colectivos que ponen a conserjes a ganar salarios que son hasta diez veces más altos que el que devengan los doctores que hacen sus residencias en el sistema hospitalario nacional y donde cumplen turnos de hasta 36 horas de trabajo, devengando salarios en realidad de miseria.

Se trata de médicos y cirujanos graduados de sus respectivas universidades que continúan su programa de entrenamiento en el sistema hospitalario realizando residencias en áreas específicas de la medicina. Cierto que ellos necesitan esas residencias para completar su formación y para adquirir experiencia, pero también nuestro Sistema de Salud los necesita porque sin ese contingente de profesionales que trabajan larguísimas jornadas el colapso sería absoluto, como se está viendo ahora que los pacientes llegan a los centros asistenciales y se tienen que retirar, además de que las cirugías selectivas no se están realizando.

Los médicos residentes siempre han sido “mano de obra barata” porque su necesidad de entrenamiento luego de obtener el título de médico y cirujano en sus respectivas universidades les hace trabajar para alcanzar las especialidades. Es un mínimo de tres años de esfuerzo tremendo y muy mal pagado, pero cuando quieren alcanzar una formación de excelencia y de mayor especialización estamos hablando de por lo menos seis o hasta siete años en el desempeño de esos turnos agotadores y mal pagados.

El problema de los malos salarios para los residentes existe en muchos países porque en todos lados se aprovechan de la avidez de los médicos por seguir adquiriendo conocimientos y experiencia. Yo recuerdo mucho aquellos años en los que Oscar, nuestro hijo mayor, vivía a tres menos cuartillo en Filadelfia, primero, y luego en Pittsburgh, donde su salario era mucho menor al de muchas de las enfermeras y enfermeros de los hospitales en los que trabajó pero con todo, lo poco que ganaba era por supuesto mucho más que lo que pagaban y aún se paga, por las residencias en los hospitales de Guatemala.

Los residentes son médicos graduados, es decir son profesionales universitarios que obtuvieron ya su grado académico y el título correspondiente, pero se les pagan sueldos que no corresponden a esa calidad. Para efectos tributarios el Estado tiene una renta presunta de 30,000 quetzales para los profesionales universitarios, pero a esos doctores que trabajan en extenuantes rotaciones y por muy prolongados períodos, el cheque es de verdadera miseria, casi una sexta parte de lo que se presume fiscalmente que debe ingresar un contribuyente por el simple hecho de ser graduado universitario.

Guatemala tiene urgencia de establecer una nueva Ley de Servicio Civil que termine con esos desequilibrios de conserjes ganando decenas de miles como resultado de pactos espurios y corruptos. Dignificar al trabajador demanda equidad y buen uso de los recursos públicos.

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