Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

Esa mañana  del 3 de junio,   ya se sentía la fina arena sobre las calles y techos en la capital. Pronto nos enteramos que  caía en muchos lugares.  –Es el volcán que está  haciendo erupción– se escuchó más  de una vez.

Eddy Sánchez, el experto   del Insivumeh   informó  que   el Volcán de Fuego  alardeaba  su fuerza    y era  mejor   considerarlo en serio y tomar precauciones. Luego hacia las 13:00 horas   el Hotel La Reunión  en sus faldas   evacuaba  a sus huéspedes.  Acostumbrados a los retumbos, ahora veían venir algo diferente y nada bueno.

Hacia las 15:00 horas  con  temor, miedo, sorpresa y muchas más emociones los guatemaltecos pudimos ver las primeras escenas de dolor y angustia  reflejados en los rostros de las personas que con  el cuerpo quemado corrían  huyendo de una enorme  nube gris  de material piroclástico que parecía perseguirlas y querer atraparlas, despidiendo un  terrible calor que superaba los 500 grados, absorbiendo la humedad de  la tierra y de los cuerpos  vivientes.  Seguida de  lahares  que  dejaban sepultado todo a su paso, cubriendo los caminos y ocultando los árboles.

Los teléfonos de los cuerpos de emergencia  no dejaban de sonar, las voces al otro lado   clamaban por ayuda.  Alertaban de una terrible erupción del Volcán de Fuego que alcanzaba muchas  comunidades de Escuintla.

Inmediatamente  el Comandante de los Bomberos Municipales Departamentales,  Carlos Ruiz Burgos, reunió a la Patrulla  Especial de Rescate  y se encaminaron al lugar de la tragedia.  Lo que sus ojos vieron al llegar, expresó, superaba todo lo que pudo ver con anterioridad en estos casos, “parecía que ardía Pompeya”.

La gente  corría y gritaba pidiendo auxilio, sin siquiera percatarse que llevaba los pies desechos  por  el calor de la arena que pisaba. Expertos indicaron que  la temperatura superaba los 200 grados centígrados

Al pasar 72 horas las autoridades siguiendo protocolos internacionales suspendieron las labores de búsqueda y rescate. Para entonces, dice el Comandante Burgos,  estábamos muy agotados,  caminar en arena caliente fue muy difícil, las botas se deshicieron, al  igual que los uniformes, no teníamos suficiente equipo, y mucho se dañó, las pérdidas fueron grandes, pero logramos cumplir con nuestro trabajo, ayudamos a la gente a salir de ese infierno…

Los guatemaltecos se volcaron a los centros de acopio, la ayuda internacional llegó.  La Municipalidad capitalina  brindó personal calificado, el Ejército de Guatemala prestó maquinaria y mano de obra, y en un terreno de  la municipalidad de Escuintla el alcalde Abraham Rivera autorizó la construcción  de un circuito de albergues a donde se traslada a los damnificados, mientras se construyen sus casas nuevas en la finca La Industria.

Pasados 40 días  algunos damnificados han salido de los hospitales, otros muchos de ellos  fueron cristianamente enterrados, los vecinos del lugar siguen en la búsqueda, las autoridades han tenido que permitirlo, pese a poner en riesgo su vida y su salud, quieren encontrar a sus seres queridos desaparecidos.

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