Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Continuando con la estrategia original contra la CICIG, actores vinculados al gobierno de Guatemala sintieron ayer temprano lo que calificaron como un gran éxito tras lograr una publicación en el Miami Herald en la que se afirmaba que dio frutos la estrategia original de anunciar el traslado de la Embajada de Guatemala en Israel como un descarado gesto de chaquetería con Trump para lograr que su gobierno serruchara el apoyo a la CICIG y de esa manera concretar el plan de Morales de sacar no sólo a Velásquez sino también librarse de la misma Comisión ahora que, según ellos, disponen de un Ministerio Público afín que no va a molestar ni con el pétalo de una rosa a su majestad el gobernante. Una nota firmada por Franco Ordóñez anunciaba que Trump había mordido el anzuelo y se disponía a actuar contra el órgano de Naciones Unidas y aquí daban brincos de felicidad muchos funcionarios con el Presidente a la cabeza, pero poco les duró el gusto.

Empezando la tarde se realizó una conferencia a la que fueron convocados medios nacionales, en la que la señora Helen Aguirre Ferré, asesora especial del Presidente Donald Trump y Directora de Asuntos de Medios de Prensa de la Casa Blanca, de manera expresa y tajante manifestó que para la Presidencia de los Estados Unidos la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala es pieza clave en la necesaria lucha contra la corrupción que, además, señaló como una de las causas de la migración que tanto preocupa a los norteamericanos.

No fue alguien de la Embajada o del Departamento de Estado sino que directamente una alta funcionaria de la Casa Blanca se encargó de hablar con los periodistas guatemaltecos que se conectaron a la conferencia para fijar la posición no sólo de las estructuras institucionales de relaciones exteriores, sino del mismo Presidente de los Estados Unidos cuyo respaldo buscaron tan afanosamente los corruptos guatemaltecos a partir del diseño de una política en la que usaron el tema de la Embajada de Israel como un dulce para agradarlo.

Cierto es que lograron quedar bien con Netanyahu, quien les ha proporcionado herramientas de espionaje para mantener bajo control a los que critican al gobierno, pero la meta esencial de toda la movida era hacer que el apoyo consistente de Estados Unidos a la CICIG fuera eliminado y con ello acabara, por completo, el esfuerzo anticorrupción. Morales fue convencido de que eso podría cambiar radicalmente su posición y, sobre todo, su panorama hacia el futuro y no dudó en colocar a Guatemala en la que seguramente es la más abyecta decisión de la política exterior del país.

Y si ya era asquerosa aún con la ilusión y la esperanza de que Trump diera el paso para descabecharse a la CICIG, cuánto más ahora que se sabe que la Casa Blanca sigue apoyando a la Comisión y a su titular para que se mantenga la lucha contra la corrupción, lo cual es un verdadero tortazo no sólo para los que hicieron el diseño de esa estrategia, sino especialmente para el mismo Morales quien recibe el golpe en pleno rostro.

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