Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

Las cosas ahora son muy distintas, me refiero a la vida diaria: el irrespeto hacia los valores fundamentales, patrones de conducta e irreverencia hacia la política, en el sentido estricto de la palabra. A diferencia de lo que vivimos en nuestra juventud, quienes hemos superado la barrera de los 50, vemos con asombro el comportamiento de la gente joven, es decir de quienes tienen desde los 5 hasta los 40 y pico de años.

En nuestro país siempre ha privado la impunidad, pocos delitos son denunciados y de 20 denuncias sólo una termina en sanción judicial; la aplicación de la justicia ha sido discrecional de acuerdo a la ideología política o intereses económicos que tengan los juzgadores, no dependiendo en la mayoría de casos del delito, como de las posibilidades que se tenga para sacudirse el cargo; es más probable que termine en la cárcel alguien que comete un delito famélico, que el político que se robó 80 millones de quetzales del erario público.

El irrespeto a la luz roja del semáforo y al derecho de vía sobre las avenidas, causan molestias y colisiones y todavía se molestan porque el otro a quien le asiste la vía no se repliega ante la conducta invasiva –léase conductores de microbuses, motociclistas en las banquetas– quienes de hecho normalizan el delito o falta y se piensa que “todo está bien”, es más, en ocasiones nuestra propia molicie como mayores, por ignorancia o muestra de cariño a los niños facilita el desarrollo de antivalores, de manera que las generaciones jóvenes no cumplen con las normas sociales establecidas.

La vida ya no será como antes, y en lo político me pregunto: ¿cómo va a lograrse un cambio hacia la verdad, la honradez, la honestidad y justicia, cuando lo que se muestra es nada más que un mercado de intereses bursátiles? ¿Será buen ejemplo que los funcionarios de Gobierno no calificados y sus asesores también no calificados, tomen decisiones trascendentales en cuanto a desarrollo social, economía, seguridad nacional y política exterior, entre otros rubros de la administración pública?

La molicie gubernamental crece a un ritmo acelerado, se demuestra con la contratación de personal no idóneo para desempeñar funciones técnicas, declaraciones estúpidas que ni ellos mismos se las creen; muestra de incultura y mala educación, prepotencia y abuso, desconocimiento del rubro en que son ministros, secretarios de Estado, diputados, gerentes, asesores y toda una sarta de personal que “nada tendría que estar haciendo en las esferas gubernamentales por su escasa o nula preparación”.

Cuando leemos la Historia de Guatemala, nos damos cuenta que desde hace 494 años (desde la conquista hasta hoy) este territorio de la Capitanía General, luego en la colonia, después en la época independiente y en la actualidad ha sido objeto de los más deleznables robos, hurtos, trinquetes, apropiaciones indebidas, evasión de impuestos, compra y venta de voluntades, dilapidación de bienes y otras formas más de enriquecimiento ilícito por parte de quienes estuvieron y están supuestos a trabajar con honradez. Qué nos queda ¿quejarnos al estilo de Neymar?

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