Juan Jacobo Muñoz
Cuando algo es muy evidente, resulta obvio y se asume que por lo mismo es muy escasa la información que ofrece. Mediante este mecanismo lo obvio se vuelve invisible y se desatiende. La paradoja al final, es que ante cualquier consecuencia desafortunada que no debería sorprender por obvias razones, terminamos criticando como obviocionistas expertos en lo obvio y, nos retraemos y evitamos ser solucionistas, por más obvio que pueda ser el camino de la enmienda.
Voy a intentar ahora, poner algunos ejemplos de cosas que parecen obvias, pero que siguen sucediendo como si nadie las notara.
-El ego de todos nosotros, es la fuente de todos nuestros males.
-Los seres humanos tenemos una extraña fascinación por celebrar e idealizar lo que no conocemos.
-Si se saca tanto a Dios en las palabras, es posible que no nos quede dentro, mucho de Él.
-Cuando escuchamos un halago o una crítica, debemos detenernos a reflexionar en quien lo dice, en que momento lo dice, por qué lo dice y para qué lo dice.
-Alguien con mucho poder actúa como le da la gana, por saber que nadie podrá exigirle cuentas.
-El amor y la amistad son como que a alguien le caiga un rayo, no pasa todo el tiempo.
-Un país sin indicadores que valoren las características, la intensidad y la evolución de los hechos sociales, no puede ser un país estatutario.
-Si no se previene y no se actúa a tiempo, solo queda atender secuelas.
-En una relación, sumiso a veces, pero insumiso nunca. Si se hace necesario pelear es mejor irse.
-La soledad es estar y contar con uno mismo.
-Quien ve al Diablo en todas partes, no lo ve donde debería, dentro de sí mismo. Así funciona la crítica.
-Entre más intentamos hacer, más misterioso se vuelve todo.
-Nadie se muere por quedarse con las ganas. La gente se muere por querer quitarse las ganas.
-En lo ético y lo legal, no es posible que haya bandos; eso lo desvirtúa todo.
-No podemos los grupos humanos de la facción que sea, funcionar como citostáticos que eliminan el mal, pero también arrasan con lo que no estaba enfermo.
-La aristocracia es avasalladora.
-Nadie sabe lo que quiere, pero lo quiere inmediatamente.
-Si algo tiene el ser humano, es la capacidad de ser mentiroso.
-Los locos son pedantes y los pedantes son locos.
-Todas las vidas anteriores se sienten muy lejanas, pero no es justo sostener que lo moderno es lo correcto, solo porque es reciente y porque es lo que nos toca a los vivos; los únicos en posición de opinar.
-Las cosas esenciales son atemporales.
-Los casos aislados parecen dar aviso de que la especie humana es menos de lo que quisiéramos y más de lo que despreciamos.
-Los hogares ofrecen escenarios de obras trágicas. Los niños que no son butacas sino espectadores, participan de una obra interactiva que no alcanzan a comprender y en la que no les queda más que imaginar e inventar, con un protagonismo propio de su edad y que actúan el resto de su vida sin saberlo.
-Nada dura para siempre si no es verdadero.
-Las mujeres nunca se sienten tan bonitas; y como si los hombres fueran una contraparte hermosa, aceptan la aprobación de ellos como si fueran una autoridad.
-Una tendencia humana es querer conservar lo que ya demostró que no sirve.
-Difícil ser libre si no se atienden los pendientes que acechan eternamente en forma de miedos.
-Vivimos en un mundo donde se legitima la violencia y se asciende siendo agresivo.
-La juventud comete tantos errores por estar vacía de experiencias esenciales.
-Todo lo que se vive en la juventud, sirve en la vida adulta para saber de todo lo que alguien no se está perdiendo.
-No se puede ser consecuente con muchas cosas, si lo prioritario es aferrarse a algo.
-Para ser espirituales, más que ir detrás de estremecimientos que nos conmocionen, busquemos a los que nos conmuevan; a los que son llamados y no mandatos. Abrazar la propia esencia, sentir la soledad y quererla; solo así puede vincularse el alma.