Alfonso Mata

El Estado y sus dependencias deberían ser un reflejo de una expresión multiforme de ideas, ante situaciones, condiciones y necesidades que se presentan en los distintos grupos de población. En nuestra realidad eso no sucede. Los gobiernos no han obedecido en su actuar, a una serie de manifestaciones-necesidades oscilantes que se dan en los planteamientos de todos los grupos sociales, quedando el beneficio siempre en unos cuantos, anulando la atención y deteniendo el desarrollo humano de muchos ciudadanos. Cambiar eso es una misión harto difícil, difícil de resolver en estos momentos, en que tenemos un sistema de gobierno empeñado en resolver selectivamente.

Hasta ahora, por comodidad, desidia, mil justificaciones, hemos dejado que ideologías políticas (Fines: cómo la sociedad debería funcionar u organizarse. Métodos: la manera más apropiada para lograr este fin) nos alejen de mandatos (Constitución: garantizar al pueblo sus derechos y libertades); y que los mandatos den lugar a satisfacción de deseos. De tal forma que nuestros gobernantes obedecen la Constitución con cumplimientos resumidos, dejando a un lado un conjunto de mandatos que establecen cómo hay que actuar y controlar ese mundo multiforme y fluctuante del conjunto de instituciones puestas al servicio del cumplimiento de los derechos establecidos en la Constitución y no de gobernantes y allegados.

Veamos con un ejemplo a lo que me refiero: la incidencia y prevalencia nacional de casos de desnutrición, es una muestra de la falta del cumplimiento de derechos constitucionales. Un entender el problema y conceptualizar sus causas y de actuar (ideología política) sin alterar lo que precipita a ello. Eso no permite el cumplimiento del derecho y sí el mantenimiento y la intensidad del ritmo del problema, y resulta claro que la forma de entender y tratar de resolver hasta ahora el problema, no ha funcionado. En efecto, la falta de apertura al cumplimiento de otros mandatos constitucionales que permitirían acabar con el flagelo; el peso que tienen situaciones y comportamientos sociales existentes e injustos, alimenta el problema e impiden la solución. Algo más grave aún: cuando el sistema finalmente sustrae casos al medio, en la misma región (los procesos históricos lo demuestran) de nuevo se instalan nuevos casos, en algunas oportunidades a ritmos lentos, en otros al mismo ritmo.

La lección del ejemplo presentado, es que el Estado no resuelve el problema nutricional, pues sus acciones se sustraen a las amenazas y riesgos. Su atención-intención se coloca siempre hacia lo mismo: privilegia el recuperar no solucionar, que es lo que el mandato constitucional demanda. Así pues, nuestros gobiernos solo han modulado que no se agrave la situación alimentaria, al actuar sobre la huella del daño, pero no sobre su casuística y de esa manera, se mantiene la vulnerabilidad encima de millones de ciudadanos. Esto se puede generalizar a otros problemas nacionales no resueltos, pues la mirada de la gobernanza, ha dejado de recaer sobre los mandatos de cumplimiento de derechos y se coloca sobre una ideología política perpetuada durante decenios, que de ser un ruido de fondo, ha llegado a ser un activador de problemas y un problema.

Un cambio espontáneo en un sistema que tiene años de funcionar así, no es posible con solo recablear el mismo, esa es una alternativa de mucho riesgo. También existe una aversión social ya condicionada contra el Estado y sus gobiernos, que solo es posible cambiar adquiriendo conciencia sobre los mandatos constitucionales y dedicando nuestros comportamientos políticos, institucionales y sociales a cumplirlos. Volver apetitivos esos mandatos implica movimientos de orientación, estremecimiento y búsqueda de procesos consumatorios y eso necesita de un compromiso deseante individual de anticiparse a la solución de los problemas. Pero todo ello para que suceda, precisa de un factor afectivo emocional a la anticipación y desarrollo de las acciones. El paisaje emocional que acompañe a ese deseo, solo puede ser lo que marca el mandato constitucional y la responsabilidad que eso exige, no el deseo de alguien o de algunos. Darle cumplimiento a la Constitución es muy diferente a darle cumplimiento a una ideología e intereses particulares. Esto es lo que no hemos hecho. El cumplimiento de la Constitución no depende de una CC, es obligación de los miembros de una sociedad.

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