Lic. Douglas Abadía
douglas.abadia@gmail.com

Nuestro país Guatemala posee varios atributos a nivel mundial, tanto positivos como negativos, por un lado la civilización maya y su aporte a la humanidad; mientras por otro lado altos niveles de violencia y corrupción en lo público y privado.

El país de la eterna corrupción se caracteriza por padecer de deja vus constantes, entendiendo al deja vu como un tipo de paramnesia del reconocimiento (en contraposición a las paramnesias del recuerdo) de alguna experiencia que sentimos como si se hubiera vivido previamente.

Básicamente trata de un suceso que sentimos que ya vivimos, pero en realidad no.

Nuestra sociedad es tan predecible y rutinaria que nada asombra, vemos jugar futbol en la cárcel con cabezas humanas, vemos un perro detenido en la cárcel (Baloo) por ser presunto asesino del finado Monseñor Gerardi Conedera, vemos también corrupción e impunidad a diestra y siniestra (el más afortunado es el exsuperintendente de la SAT, Marco Tulio Abadío, pues como la ley no es retroactiva, goza hoy en día de su fortuna cosechada a nuestras costillas), vemos reelegirse a varios diputados y alcaldes que lo que menos desean y procuran es el bienestar común, vemos grandes consorcios de empresas contaminar y saquear nuestros recursos naturales de manera no sostenible; en fin, hemos sido testigos de los fenómenos que ocurren a diario en la Tierra del Quetzal.

La sociedad chapina padece de deja vu, pues recordamos experiencias que sentimos como si ya se hubieran vivido anteriormente, es decir, nuestro país es tan rutinario que se sabe a todas luces que seguiremos viviendo en la anarquía y la desfachatez.

Ya sabemos que en el mes de enero hay crisis económica generalizada (se gasta emotivamente durante las fiestas de fin de año y se lamenta ese gasto en la cuesta de enero) y se carece de maestros en el sector público como se encarecen los útiles escolares y las matrículas para inscribir a los niños y jóvenes, en febrero se viene el Día del Cariño para sangrarnos, pues lo que menos existe es amor, en marzo viene el verano y las grandes socas en las playas colapsadas e insalubres de Guatemala, por otro lado los fieles servidores de Cristo cargando procesiones cada vez más largas mientras que los evangélicos andan donde Cash Luna, Enríquez, López, Caballeros, etc., viendo sus espectáculos de doblar hierros y hacer hablar al mudo, abril trae el final del verano, mayo inicia con el Día de la Madre, junio exámenes de medio año e inicio del invierno (sabemos que Conred no dará una respuesta adecuada a la población en caso de una emergencia o desastre) y la celebración del Día del Padre, en julio se paga el bono 14 para gastarlo en consumos tontos y no priorizar ese ingreso en inversión o ahorro, en agosto hay feriado el 15 de ese mes por el Día de la Virgen de la Asunción y se inicia la Feria de Jocotenango en la zona 2 capitalina (por cierto a comer tostadas y chuchitos caros y preparados sin higiene, cuidadores de carros haciendo su “agosto”), en septiembre se nos vienen los desfiles (desde enero andan los patojos dándole duro a sus instrumentos de banda de guerra o marcial) y la feria de Xela, donde abunda el licor y los grupos nacionales, en octubre se vienen las clausuras escolares e inician bodas y graduaciones a granel (dato curioso en un país de analfabetas y tercermundista), culminando con la celebración de una tradición importada (Halloween), inicia noviembre comiendo fiambre y volando barriletes para llegar finalmente al mes de diciembre, mes de excesos en todo sentido, desde gastos hasta comidas y bebidas en exceso, en aras de celebrar que Cristo nació.

Finalmente, iniciamos enero de nuevo con el cachimbazal de propósitos que pretendemos alcanzar, lamentablemente todo queda en intentos de voluntad.

Repetitiva, predecible y monótona es nuestra Guatemala, juzgue usted estimado lector.

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