Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Ayer la congresista Norma Torres, al emitir un comunicado muy firme sobre el tema de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala relató que los cabilderos en contra de la lucha contra la corrupción están cobrando decenas de miles a los sectores interesados en desprestigiar a la CICIG, y que se mueven por todo Washington con patrañas que llegan al extremo de colocar a la Comisión como brazo de Putin, señalando que hay congresistas que han mordido el anzuelo, cediendo a las presiones que ejercen esos grupos poderosos de Guatemala.

Coincidentemente el mismo día el Secretariado General de la ONU, a cargo del señor António Guterres, emitió un comunicado en el que ratifica el apoyo de las Naciones Unidas a la Comisión creada mediante un acuerdo con Guatemala para combatir la impunidad en nuestro país. El respaldo sólido de la Secretaría General se produce cuando se supone que ya hay instaladas mesas para analizar si se ha cumplido con el mandato, de acuerdo a lo que ha informado la Cancillería de Guatemala, y justamente cuando frente a la sede de la comisión se presentaron algunas personas para exigir su inmediato retiro de nuestro país bajo la peregrina argumentación de que la ONU le entregó la CICIG a un comunista colombiano, tesis propagada por Álvaro Uribe que, nada casualmente, fue víctima de una seria investigación realizada por Iván Velásquez en su país.

Tanto el mensaje de Naciones Unidas como el de la congresista Norma Torres son importantes porque se producen luego de una intensa ofensiva que ha incluido el caso de los rusos que, por cierto, hoy es magistralmente expuesto en el Washington Post en una columna de análisis escrita por Rachel Schwartz en la que detalla cómo es que un tema de estricto fraude de identidades ha sido utilizado y explotado por los grupos pro corrupción del país para atacar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad, haciendo referencia a las serias diferencias que hay entre la CICIG y el gobierno de Morales e indicando cómo es que un aliado del Presidente en la Corte de Constitucionalidad fue pieza clave en las sindicaciones contra los rusos capturados aquí.

Guatemala hasta decidió el traslado de su Embajada en Israel como una maniobra para congraciarse con el gobierno de Trump y toda la política exterior está dirigida a minar a la CICIG porque es lo que el presidente Morales se propone y lo que le interesa. Pero pese a la ofensiva tan costosa y al apoyo que ha tenido de grupos oscuros que pretenden perpetuar no sólo la corrupción sino la impunidad, el tiro le está saliendo por la culata al gobierno y no será fácil que pueda librarse de la CICIG, ni siquiera con el concurso de la Procuradora General de la Nación que ha estado analizando las patrañas sobre el asunto de seguridad nacional que han preparado en el gobierno. Con decir que hasta ella, que ha sido alfombra de Morales en forma descarada, le zafa la varita diciendo que no hay más remedio que seguir actuando en el marco del artículo 12 del acuerdo con la ONU, como que va quedando dicho todo.

Artículo anteriorUn llamado a la prudencia
Artículo siguienteEn manos del MP