Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Si algo quedó claro esta semana es que el Gobierno del presidente Jimmy Morales está “poniendo toda la carne al asador” como comúnmente se dice cuando alguien se lo juega todo, y no quedan mayores dudas que al mandatario le están sonando más las voces que lo usan para confrontar que aquellas (si es que existen dentro de su Gobierno) que le aconsejan una ruta que no sea la autodestrucción.
Para hoy mismo está convocada la gente para ir a manifestar a la CICIG y ayer se supo que hay alcaldes que acompañarán para darle una sensación de fuerza al movimiento antitransparencia y, según dijo Edwin Escobar, el gobierno ha operado para que los alcaldes se manifiesten y puedan ser una pieza importante en el esquema que pretenden para derribar los avances.
Una cosa que nunca me ha quedado en claro es la oposición al cambio de gente preparada, con educación y oportunidades porque nadie, ni en el más loco de sus sueños, se puede decir satisfecho de la Guatemala que tenemos y de nuestra convivencia con la marginación y la pobreza de millones. Siempre he dicho que el cambio es un tema económico, porque si esto cambia, el Estado podrá cumplir su papel empezando por dar mejor seguridad a todos, educación, salud de calidad y podremos empezar a cerrar las brechas y abrir mercados.
Si esto cambia y logramos transparentar el sistema, no olvidemos que en el mundo los Estados juegan un papel dinamizador en las economías porque las inversiones que realizan los gobiernos son de gran envergadura y mueven las situaciones económicas de los países. En otras palabras, con transparencia y cambios, hay grandes oportunidades para que todos ganen.
Para tener una mejor economía, es necesario tener leyes claras y sistemas de cumplimiento y nunca, pero nunca, será un golpe de Estado el cumplir la ley, y por eso es que en el 2015 (salvo Otto Pérez) nadie dijo que era un golpe porque se siguió el proceso que manda el ordenamiento jurídico. No es culpa de quienes se deben encargar de la búsqueda de la verdad mediante la aplicación de justicia, que nuestros gobernantes no cumplan con la ley.
La gente se escandaliza por la ruta en la que llevan a Nicaragua sus propios gobernantes, pero no estamos poniendo las barbas en remojo aquí. Exacerbados por un tema ideológico, (como que estuviéramos en la Guerra Fría) y con argumentos muy vacíos, hay gente que está alentando monstruos y alentando autoritarismos que nos pueden salir demasiado caros si no enderezamos el rumbo.
Morales es el mandatario que la gente eligió para luchar contra la corrupción, pero por sus propios problemas se fue convirtiendo en el instrumento de los que desean que esto siga operando para que el Estado continúe siendo un epicentro de negocios, corrupción e influencias; un Estado generador de riqueza para unos pocos que no operan bajo las reglas y fabricante de pobres en cantidades industriales.
Hay gente que inició este proceso (que arrancó en el 2015) en negación y pleito contra los avances, pero que se ha dado cuenta que el país, en tales condiciones, no tiene futuro alguno y una vez llegan a estar conscientes de tal realidad, no hay nada que los pueda hacer volver al pasado.
Lastimosamente todavía hay un pequeño, pero poderoso grupo que quiere mantener los vicios del pasado, pero queda seguir trabajando para lograr el cambio porque, insisto, cambiar es un tema económico de beneficio general, en especial para los más necesitados.