Eduardo Blandón

Umberto Galimberti es un filósofo italiano activo en la sociedad intelectual de su país y un prolífico ensayista, cada vez más omnipresente en el mundo editorial y en las librerías. Si bien, puede parecer un filósofo provinciano, con el tiempo se vuelve más universal, por su crítica a la sociedad contemporánea y a las distintas ideologías que juzga perniciosas para el futuro de la humanidad.

Recientemente he leído un pequeño texto, al parecer extraído de otro más amplio, titulado, Il mito della crescita, y debo decir que me ha complacido mucho. Galimberti, en pocas páginas hace un repaso breve de temas que juzga importantes para orientar y llamar la atención sobre el riesgo de un estilo de vida a toda luz deshumanizante.

En primer lugar, escribe sobre la obsesión de los economistas en el tema “della crescita”, el crecimiento. Como si éste fuera infinito (he aquí el mito) y debamos consagrar nuestras energías en su conquista. Tal motivación aspiracional, secundada también por los políticos, permite el aparecimiento de una cultura laboral que robotiza a las personas y aliena en detrimento de su propia felicidad.

En estas condiciones, el trabajo lo es todo. Por ello, nada más frustrante que el desempleo. No trabajar significa, dice Galimberti, no existir, vivir al margen del sistema, ser un derrotado. Vivimos según el paradigma de la ideología del trabajo. Se dedica la vida, la tecnología y los recursos personales a una actividad esclavizante que nos consume y conforma nuestra manera de pensar y disfrutar del ocio, la familia y los amigos.

Incluso el arte, insiste el pensador, ha sido afectada por esa cultura atroz. Porque el oficio creativo se practica ahora con criterios de éxito, ganancia, publicidad, promoción y anuncios. Lejos de una actividad que exige el desapego de lo material para internarse en el universo estético que más parece una tarea espiritual y no sensible.

La familia ha tenido que pagar también ese mito del crecimiento en tanto se piensa que el dinero lo soluciona todo. Si los padres trabajan, se contratan niñeras; para los cumpleaños, se renta un local en un sitio de comida rápida para llevar a los amigos del homenajeado; para un aniversario, los servicios de catering… para cada problema, hay una solución que basta pagar. Lo importante es no perder tiempo y ser productivos en el trabajo. El imperio de la eficiencia permeando todos los espacios de la vida.

Galimberti, en consecuencia, nos presenta un ensayo con posibilidad de reorientar nuestra vida por un horizonte de mayor calidad humana. Afirma la importancia de la convivencia, el tiempo dedicado a los hijos, al hogar, al disfrute del tiempo y las actividades de ocio. No niega la importancia del trabajo, pero reivindica un espacio de crecimiento de provecho y beneficio social. Es necesario reinventarnos para conformar nuestra vida según una filosofía o una mentalidad más humana.

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