Adolfo Mazariegos

[…] El Internet y las redes sociales, aun cuando puedan ser normados y/o modificados, llegaron para quedarse, con las características particulares y posibilidades que distinguen a cada Estado donde se les utiliza a lo largo y ancho del Globo -por supuesto-, pero es una realidad. Y lo mismo sucede con las aplicaciones y avances tecnológicos que en esos medios se pueden utilizar como herramientas o mecanismos mediante los cuales es posible obtener, sistematizar y manipular datos susceptibles de ser utilizados con una variedad de fines que pueden ser tanto lícitos como ilícitos (de acuerdo a determinados intereses), tal como lo han puesto de manifiesto los recientes casos que involucran a grandes empresas cuyo actuar está siendo cuestionado por la utilización indebida de información personal de millones de personas en todo el mundo, información que, como se está poniendo en evidencia, ha sido utilizada con fines que van más allá de simples mapeos publicitarios o de preferencias de los usuarios en la web. En tal sentido, cabe preguntar ¿cómo se resguarda realmente y se respeta en Internet la intimidad personal de cada individuo sin vulnerar el derecho a la libre expresión y a la libre participación ciudadana en el marco de la democracia? La respuesta es aún incierta, y genera, como es de esperar, más dudas que respuestas concretas en vías de un verdadero y transparente ejercicio democrático en la era del Internet y de las redes sociales. La tecnología en general se han constituido en herramienta valiosa para la vida humana a lo largo de la historia, y la actualidad que se vive hoy en día no es la excepción, las nuevas generaciones, incluso, seguramente ya no podrían visualizar la vida cotidiana sin la existencia del Internet (por ejemplo), lo cual es lógico, puesto que ello representa en gran medida el inexorable avance tecnológico de las sociedades humanas que es algo de esperar pero que innegablemente va cambiando también la forma en que se gobiernan los Estados, así como la participación de la ciudadanía en los procesos democráticos actuales. En ese orden de ideas, si el Internet, las redes sociales y la tecnología en su conjunto resultan indispensables para la vida en sociedad, es lógico pensar que por consiguiente, también es así para los actuales sistemas políticos en la mayor parte del mundo. Como suele decirse: una cosa lleva a la otra. Y oportuno sería, por tanto, detenernos un momento para pensar en el hecho de que está más cerca que lejos el momento de replantearnos la forma en que se hace política, la forma en que se percibe la democracia (y los marcos teóricos de la misma, obviamente), así como la forma en que se lleva a cabo la indispensable participación ciudadana llevada a la práctica en los denominados regímenes democráticos.

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