Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Ayer, pocos minutos después de que se publicaron fotografías del evento de presentación del Frente Ciudadano Contra la Corrupción, surgieron muchísimas expresiones de respaldo e interés en participar en lo que constituye, creo yo, un esfuerzo por avanzar sobre la idea de una agenda mínima que nos permita a personas de diferentes sectores y criterios estructurar un plan de acción para combatir los vicios de la impunidad y la corrupción. Por supuesto también hubo críticas pero desde hace tiempo que algunos hemos dicho que la situación del país nos debe obligar a centrarnos en que mientras persista la cooptación del Estado no cabe ni el debate ideológico ni siquiera programático porque al final de cuentas todo se termina centrando en el saqueo de los recursos públicos y que, así las cosas, la reforma del sistema es el primer paso para crear condiciones que en el futuro nos permitan debatir sobre programas y planes de trabajo para enfrentar la problemática del país.
Porque hoy por hoy lo mismo termina dando que robe un pícaro de izquierda o un pícaro de derecha. El problema del país no es de confrontación ideológica porque en el saqueo al erario las banderas políticas salen sobrando e impresiona cómo a la hora de robar es tan fácil estructurar alianzas aún entre personas que parecieran diametralmente enfrentadas. La ambición es el unificador de los corruptos y por ello la variedad de actores que se pueden encontrar entre los que alientan la impunidad y la corrupción.
Pues por el otro lado tiene que haber un común denominador que nos permita entender que mientras sigamos por la senda actual el país no tiene futuro ni viabilidad y que la gente siempre quedará atrás, marginada de las oportunidades para mejorar su condición de vida porque en el Estado sólo se piensa en robar y desde las mismas campañas políticas se cierran los negocios que marcarán el período de los electos.
Por ello es que el punto de partida para rescatar al país de la dictadura de la corrupción es entender la importancia de luchar contra ese vicio empobrecedor y criminal y en eso no caben medias tintas. No se vale andar alegando falsedades como la de que se viola el debido proceso, la presunción de inocencia y que se abusa de la prisión preventiva, discurso que sostiene el gobierno y que ha sido repetido inclusive por algunas personas que ayer dispusieron unirse al Frente Ciudadano Contra la Corrupción que no se centra únicamente en el apoyo indispensable y absolutamente necesario a Iván Velásquez, Thelma Aldana, la CICIG y el MP, sino sobre todo en la necesidad de erradicar un sistema alentador tanto de la corrupción como de la impunidad y que va mucho más allá de esos apoyos.
Quienes se suman al Frente tienen que ser coherentes con esos compromisos que son la agenda mínima que ayer con claridad expuso Estuardo Porras Zadik. Pedir perdón a los jóvenes, como dijo Peter Lamport, por el país que les estamos heredando es correcto, pero mucho más lo es agotar nuestras vidas en el esfuerzo real y concreto por cambiar esas condiciones de vergüenza por tanta y tan descarada corrupción.